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Revisar el nacionalismo

BARCELONA. M. A. P.

 
Joan Guitart, presidente de la FCO, y Xavier Sala, uno de los ponentes

Planteado en sus términos actuales, el catalanismo político, que acaba de cumplir un siglo de vida, no podrá hacer frente a los retos de futuro de Cataluña. En torno a la «crisis del catalanismo», un grupo de intelectuales, políticos y personalidades que han tenido un gran peso en la administración catalana, analizaron ayer si esta doctrina tiene sentido en la Europa del siglo XXI.

La Fundació Catalunya Oberta, que integra a intelectuales, políticos y ex consellers de los gobiernos de Jordi Pujol, debatió ayer en Girona el futuro del catalanismo. Se escucharon opiniones para todos los gustos sobre el presente y el futuro de Cataluña, pero si en algo coincidieron todos los ponentes fue en el diagnóstico: el catalanismo ha muerto de éxito -Cataluña y España ya son modernas y europeas- y si no se repiensa no podrá satisfacer los retos que tiene planteados Cataluña «en el horizonte del pospujolismo».

La gran pregunta que sirvió de debate y reflexión al centenar de participantes en las jornadas «Un catalanismo abierto para el siglo XXI» podría resumirse así: si el catalanismo ya ha cubierto su ciclo histórico y carece de sentido en la Europa del siglo XXI, ¿como se podrán satisfacer las aspiraciones de una sociedad que desea más autogobierno? La Fundació Catalunya Oberta, presidida por el ex conseller Joan Guitart, defiende, en este sentido, avanzar hacia «un nuevo catalanismo» que sea capaz de seguir combinando la defensa de la identidad con el progreso económico. El gran reto, en su opinión, consiste en que «vivir en Cataluña, trabajar en Cataluña y hablar catalán siga saliendo a cuenta».

Un interrogante se alzó por encima del resto. Desde el punto de vista económico, ¿sería viable una Cataluña independiente? En su ponencia sobre «Economía», el profesor de la Columbia University Xavier Sala, niega que la economía catalana esté en crisis, pero sostiene que la independencia podría reportar grandes beneficios ya que el déficit fiscal desaparecería. «Uno de los retos del catalanismo es la desmitificación del término «independencia»; que ésta pueda ser pronunciada por gente respetable que lleva corbata y no sólo por gente que luce un exceso de pelambrera», afirma. Añade, en esta línea, que «el catalanismo del siglo XXI no debe cerrar la puerta a la búsqueda de la independencia económica por la via democrática».

En cambio, en la ponencia sobre «Sociedad», Jordi Oliveres, director de L´Institut d´Estadística de Catalunya, se muestra contrario a la independencia: «El cultivo de sueños y fantasías agradables nos puede hacer la vida fácil, pero esconderá los problemas, en lugar de ayudar a su resolución». Al mismo tiempo, no obstante, expresaba su pesimismo sobre la supervivencia «de una lengua y una cultura minoritarias» y alertaba también acerca de las amenazas que penden «sobre importantes conquistas de nuestra sociedad, como la convivencia y la cohesión social».

Oleguer Sarsanedas, director de programación del Foro 2004, sostiene, por su parte, que el gran reto del catalanismo «es la formación cultural de los ciudadanos del Estado» para que el plurilingüismo se asuma como una riqueza. Pero Sarsanedas propone, además, que «seamos capaces de reconocer el papel fundamental del castellano como lengua vehicular, aunque sólo sea por la ventaja competitiva que representa» y advierte contra las «nefastas consecuencias del monolingüismo».

LA HISTORIA DE LOS OTROS

En esta línea crítica con las políticas nacionalistas de CiU, también habla de «potenciar el conocimiento de la Historia «de los otros» y del mundo más allá de nosotros mismos porque, en un mundo globalizado, el conocimiento propio no es suficiente».

En la ponencia referente a «Historia», el catedrático Jordi Casassas, constata los miedos e inquietudes en el seno del catalanismo. «Ahora existe un miedo derivado de una cierta conciencia de inadaptación ante los cambios que se dibujan en un horizonte cercano».

Forman parte de la Fundació Catalunya Oberta el ex conseller Lluís Prenafeta, Francesc Sanuy, Vicenç Sanchís y Valentí Puig, entre otros.