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OPINIÓN
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació Catalunya Oberta, Universidad de Columbia y UPF
¿Peajes discriminatorios?
La Vanguardia - - 03.45 horas - 28/06/2001
XAVIER SALA I MARTÍN
JAVIER AGUILAR
Las autopistas gratis no existen. Existen las que se financian con peajes y las que se financian con impuestos generales. Pero gratis, gratis... ni una. La razón es simple: la construcción y el mantenimiento cuestan dinero y alguien debe pagarlo. Dicho esto, la pregunta es: ¿cuál es el mejor sistema de financiar esos costes? La respuesta es muy compleja, ya que existen algunos argumentos en contra de los peajes y, a pesar de que no sean muy populares en Cataluña, también los hay a favor. Sin ir más lejos, parece injusto que una señora jubilada de una comarca del Pirineo pague unos impuestos que financien los viajes de los señores ricos de Barcelona que pasan el fin de semana en Sitges.

Entre los argumentos económicos a favor de los peajes, el más importante es que las carreteras son "bienes congestionables". Me explico. Los ciudadanos deciden utilizar el coche en mayor o menor grado en función de lo que les cueste la gasolina, el kilometraje y el tiempo perdido en la carretera. El problema es que, además de esos costes, cada vez que un conductor coge el coche contribuye a congestionar la autopista, y eso aumenta el coste para los demás usuarios que deben, así, pasarse más tiempo en la carretera y comprar más gasolina. Y cuanta más gente esté en la misma autopista al mismo tiempo, más nos cuesta a cada uno de nosotros el mismo viaje. Esta "externalidad negativa" (perdonen la jerga) nos lleva a una triste conclusión: todos tendemos a abusar de la utilización del coche ya que, al tomar la decisión de conducir, solamente nos fijamos en lo que pagamos nosotros e ignoramos los costes de congestión que infligimos a nuestros conciudadanos. De alguna manera, nos sale "demasiado barato" coger el coche y, por lo tanto, lo cogemos demasiado.

Una solución a este problema es la introducción de peajes: al aumentar el coste de la conducción, los peajes actúan de mecanismo disuasorio que corrige la externalidad. Desde el punto de vista de la racionalidad económica, pues, es bueno que las autopistas sean de peaje, como lo son las catalanas.

Hasta aquí la teoría económica. El problema aparece cuando uno se da cuenta de que, si este argumento es cierto para Cataluña, también debe serlo para Madrid y el resto de España. En este sentido, si las autopistas españolas se construyen racionalmente, uno debería esperar que también allí las autopistas fueran de peaje. La verdad, sin embargo, no confirma esa sospecha: el 72% de los peajes del Estado están en Cataluña, mientras que solamente el 4% de las autovías mal llamadas "gratuitas" se encuentran en nuestra comunidad. Dicho de otro modo, a pesar de que la teoría económica indica que sería bueno que las autopistas fueran de peaje, el hecho de que los peajes se encuentren mayoritariamente en Cataluña indica que éstos no se ponen con criterios de racionalidad económica.

¿Cómo se defiende, pues, la curiosa asimetría actual? Pues como lo suelen hacer todos aquellos que se quedan sin la razón que da la lógica: ¡apelando a la solidaridad! La solidaridad es un concepto vago que tienden a utilizar las izquierdas para justificar cualquier intromisión del Estado en la economía, pero también lo utilizan las derechas para favorecer los despropósitos que no se pueden justificar apelando a la razón. Y eso es exactamente lo que hizo esta semana el diputado del Partido Popular Andrés José Ayala, quien, al arremeter contra la decisión unánime del Parlament de crear un fondo para rescatar nuestras autopistas, acusó a los catalanes de no ser solidarios.

Desgraciadamente para el señor Ayala, incluso el vago concepto de solidaridad tiene su lógica. Si lo entiendo bien, la solidaridad consiste en que los más ricos ayuden a los más pobres. Desde esta perspectiva, parece razonable que los catalanes, que vivimos en un país relativamente rico, financiemos nuestras autopistas pagando peajes y, además, contribuyamos a pagar las autopistas de otras comunidades con nuestros impuestos. Ahora bien, los datos macroeconómicos indican que la comunidad autónoma con una mayor renta per cápita de España es Madrid. Si, como indicó el señor Ayala, el mapa de autopistas de peaje en España se traza siguiendo criterios de solidaridad, la mayor concentración de autopistas de peaje del Estado debería encontrarse en Madrid. Y claro, al ver que en Madrid sólo está el 4% de los peajes de España, uno no puede dejar de preguntarse si la repentina apelación a la solidaridad del Partido Popular es realmente genuina o es otra gran mentira de esas que se utilizan para seguir sacándonos dinero.

La verdad es que no sé qué pensar, pero más bien me inclino a creer que los diputados del PP no mienten cuando dicen que no nos discriminan a propósito y cuando se autoproclaman solidarios. Y es por eso que supongo que deben estar a punto de proponer la introducción de elevados peajes en todas las autovías que llevan a Madrid y están a punto de declarar que todo el dinero así recaudado se transferirá a las zonas pobres del Estado (entre las que se encuentran algunas zonas de Cataluña). De esa manera, no solamente confirmarán su proclama solidaria, sino que, además, solucionarán los problemas de congestión que martirizan a los usuarios de las autovías de entrada a la capital. Solidaridad y racionalidad de un solo tiro. ¿Qué más pueden pedir? Claro que, si estas propuestas no se materializaran, nos obligarían a llegar a la conclusión de que nos están discriminando. Y eso sería muy feo, ¿no?

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[Domingo, 17 de junio de 2001]



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