En el artículo "Marketing climático" (17/VIII/2002), Xavier Sala i Martín se despacha a gusto afirmando que "los ecologistas... continúan divulgando su farsa".

Por lo visto no le basta que la propia ONU haya estimado necesario constituir el Panel sobre el Cambio Climático, en el que participan numerosos científicos cuyas conclusiones son firmes en cuanto a la relación directa entre emisión de gases de invernadero y calentamiento global. No le basta que desde Río’92 los responsables mundiales hayan estimado necesario establecer el protocolo de Kioto con el objetivo de un compromiso internacional de reducción de emisiones de los aludidos gases en un 5% hasta el año 2010, reducción por otro lado totalmente insuficiente según algunos estudios. Tampoco le basta que en tan sólo 50 años (1950-2000) los fenómenos climáticos severos se hayan cuadruplicado en Europa y las pérdidas económicas por su causa se hayan multiplicado por siete, o que la nube de contaminación que flota sobre Asia amenace con desestabilizar el sistema climático del océano Índico con consecuencias imprevisibles sobre la corriente del "Niño".

Y así hasta el infinito, en una cadena de reacciones sistémicas imposibles de predecir por la ciencia actual.

Por supuesto que "desde que el mundo es mundo, las temperaturas han subido y bajado constantemente", pero también es indiscutible que nunca antes, en la historia de la humanidad, ésta había ejercido una influencia y un impacto tan descomunales sobre los sistemas climáticos de los que depende nuestra subsistencia.

El "vergonzoso sacrificio de la ética científica" no es el de los científicos que advierten de los peligros de las tendencias industriales y económicas actuales, sino de los que se ponen al servicio de quienes se benefician de estas tendencias.

Negar la evidencia no cambia la realidad. También a Galileo se le obligó a abjurar de su descubrimiento de que la Tierra giraba alrededor del Sol y no al revés... "E’pur si muove", señor Sala.

DAVID SEMPAU
Benalmádena (Málaga)