La señora Ariana Bertrand se pregunta “cómo pudo usted (es decir, yo) esas alusiones comparativas a los cambios climáticos del planeta” cuando “antes de este siglo, nadie había masacrado la mitad de los bosques y la superficie terrestre tampoco estaba cubierta en un 60% por cemento”.

            Primero, que el 60% de la superficie de la tierra está cubierta por cemento (y, por lo tanto, desiertos, glaciares, montañas, bosques, selvas, tundra, parques naturales y zonas agrícolas suman el 40% restante) es una afirmación tan sumamente ridícula que no merece comentario.

Segundo, Parece que la señora Bertrand cree que si “demuestra” que durante el siglo XX ha habido más deforestación que en cualquier momento anterior de la historia, ya queda demostrado que el cambio climático es una realidad. No hay que decir que ese argumento sería completamente falaz, incluso si fuera cierto que el ritmo de deforestación es anormal. Pero incluso eso es falso. Y ya que a la señora Bertrand le gusta recomendar lecturas, le sugiero que lea el libro de la ONU “Cambios Históricos a Largo Plazo de los Recursos Forestales”. En él se muestra que, si bien es cierto que Europa ha perdido la mitad de sus bosques desde que se inventó la agricultura hace 10.000 años, la verdad es que la mayor parte de la destrucción ocurrió entre los años 1000 y 1700. La pérdida desde 1700 ha sido solamente del 8%. Estados Unidos tiene en la actualidad un 30% menos de área boscosa que en 1800, pero la destrucción ocurrió con la expansión hacia el oeste del siglo XIX. Otras regiones del mundo que sufrieron gran deforestación durante el siglo XIX son América Latina y Asia.

            En comparación, la FAO estima que la superficie de la tierra cubierta por bosques ha pasado del 30,04% en 1950 a 30,89% en 1994. Es decir, ¡el área boscosa del planeta ha subido un 2,8% en el último medio siglo! Decir, pues, que “antes de este siglo, nadie ha masacrado la mitad de los bosques“ es completamente falso.

Y las falsedades repetidas hasta la saciedad no se convierten en verdades sino que son, eso, falsedades repetidas hasta la saciedad.

            Finalmente, por lo que se refiere a la insultante insinuación de que estoy al servicio de la Administración Bush (¿como iba a faltar esa acusación tan característica de los que no saben qué decir?) y a la despreciativa recomendación de que “aproveche mi estancia en Columbia para adquirir una capacidad de miras más amplia y profunda”, déjeme decir que estaré encantado de discutir amistosamente con la señora Bertrand sobre el estado del mundo, pero tengo por norma no comentar ni insultos ni afirmaciones mal educadas.

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Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra

© Xavier Sala-i-Martín, 2002.