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| ¿Galgos o podencos?
LA VANGUARDIA - 02.17 horas -
17/09/2002
XAVIER SALA I MARTÍN
Por entre unas matas, seguido de perros (no diré corría), volaba un
conejo. De su madriguera, salió un compañero y le dijo: amigo, ¿qué es
eso? ¿Qué ha de ser? -responde- sin aliento llego, dos pícaros galgos me
vienen siguiendo. Sí -replica el otro- por allí los veo... pero no son
galgos. ¿Pues qué son? ¡Podencos!"
Después de la lección que la
derrota del régimen talibán supuso para todos los gobiernos que tienen la
tentación de acoger a grupos violentos, parece que el siguiente paso en la
guerra contra el terrorismo es el derrocamiento de Saddam Hussein. En su
último discurso ante las Naciones Unidas, el presidente Bush dijo que
Saddam representa un peligro por muchas razones. Primero, porque tiene o
está muy cerca de conseguir armas químicas, nucleares y biológicas.
Segundo, porque ya ha demostrado que es capaz de usar dichas armas, no
sólo contra sus vecinos iraníes sino también contra sus propios ciudadanos
kurdos. Tercero, porque el líder iraquí es uno de los pocos que
aplaudieron abiertamente los atentados del 11 de septiembre en Nueva York
y Washington. Y cuarto, porque ha violado hasta 16 resoluciones del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, incluyendo la expulsión de
los inspectores de la ONU que investigaban la posible existencia de
armamento nuclear en Iraq. Las consiguientes sanciones económicas han sido
extraordinariamente perjudiciales para su población, ya que el dictador
prefirió dejar morir de hambre a miles de ciudadanos inocentes antes que
permitir que los inspectores regresaran. Conducta que hace sospechar que
algo esconde.
Todos esos argumentos son bien ciertos, pero la
verdadera razón para buscar un cambio de gobierno en Iraq es que el
terrorismo islámico no se erradicará definitivamente hasta que no haya
cambios en Arabia Saudí. El entorno de la infame dinastía saud es la
principal fuente, no sólo del terrorismo islámico sino de la propaganda
antioccidental y del odio a Estados Unidos esparcido por el mundo por
miles de imanes radicales financiados por la familia real saudí. Y el
terrorismo no se acabará hasta que no cese todo ese fundamentalismo que
emana de Arabia. El problema es que el país saudí es el principal
productor mundial de petróleo y nuestras economías dependen de su preciado
combustible: cualquier intervención (militar, política o económica) contra
Arabia dispararía los precios del crudo y provocaría una crisis económica
generalizada.
Antes de presionar a Arabia Saudí, pues, Occidente
debe controlar una mayor proporción de la producción mundial de petróleo.
Y ahí es donde Iraq juega un papel importante, ya que sus reservas son las
segundas más importantes del planeta. Si se consigue derrocar al tirano y
se instituye un gobierno pro occidental en Bagdad, el mundo civilizado
podrá imponer la presión necesaria al régimen autocrático saudí para que
deje de fomentar y financiar el terrorismo, sin peligro de que eso cause
una crisis económica mundial. La intervención en Iraq es necesaria, pues,
pero no porque Saddam sea peligroso (que lo es), sino porque el verdadero
peligro está en Arabia Saudí.
La pregunta es si Estados Unidos
debería actuar solos o, como requieren algunos gobiernos europeos, sólo
deberían intervenir con la autorización de instituciones multilaterales
como las Naciones Unidas. Es curioso ver cómo algunos países europeos
demandan multilateralismo ahora. Digo que es curioso porque cuando ellos
eran grandes potencias fueron responsables de las más grandes
monstruosidades "unilaterales": el exterminio de judíos por parte de
alemanes o los asesinatos masivos de argelinos por parte de franceses son
dos ejemplos relacionados con dos países contrarios a la actual política
"unilateralista" de Washington. Ahora que esos decadentes imperios ya no
pintan nada, intentan seguir teniendo influencia a base de predicar ese
nuevo evangelio "multilateralista".
Pero dejando de lado el
cinismo europeo, sería bueno que Estados Unidos buscara el máximo apoyo
internacional en la lucha contra Iraq, porque una gran coalición
internacional daría una mayor legitimidad ante la opinión pública del
mundo árabe. Y eso sí es importante. Ahora bien, si no se consigue dicho
apoyo pronto, Estados Unidos debe actuar unilateralmente, ya que el
terrorismo es un peligro inminente del que nos debemos proteger, y
demasiado a menudo el multilateralismo acaba siendo sinónimo de inacción.
De todos es sabido que mientras la Unión Europea discutía planes conjuntos
de acción, el gobierno de la Gran Serbia (otra potencia europea venida a
menos) masacró las poblaciones de Bosnia y Kosovo. Y hasta que no vinieron
los "unilateralistas" norteamericanos, la guerra de los Balcanes no
terminó.
El problema del multilateralismo se agrava por el hecho
de que algunos miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
(léase Rusia, Francia y China) han estado traicionando a la comunidad
internacional y han vendido armamento a Saddam Hussein por valor de 24.000
millones de dólares, armamento que éste ha financiado con el petróleo que,
en teoría, le debería haber servido para comprar comida para sus
hambrientos ciudadanos.
En resumen, sería bueno que el Gobierno
norteamericano buscara el máximo apoyo internacional contra Saddam (y así
parece que lo están haciendo), pero debe impedir a toda costa que los
burócratas de las Naciones Unidas y los cínicos neomultilateralistas
europeos bloqueen sistemáticamente sus objetivos con interminables
discusiones sobre si son galgos o son podencos.
XAVIER SALA I MARTÍN, de la Fundació Catalunya
Oberta, Columbia University y
UPF www.columbia.edu/%7exs23 |