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LA VANGUARDIA - 02.47 horas -
17/11/2002
XAVIER SALA I MARTÍN
El socialismo europeo se ha quedado sin talento y hace mucho que no
tiene una idea original, factible e inteligente que no sea el consabido
"aumento del gasto social". La consecuencia es la pérdida de votos en todo
el continente. Esa falta de ideas se nota también en el PSC de Pasqual
Maragall y Joaquim Nadal, cuya estrategia parece ser la de "llegar al
poder al precio que sea" incluso si, para conseguirlo, uno debe ejercer un
cinismo casi patológico.
Por ejemplo, si para volver al poder uno
se tiene que poner del lado de los que se manifiestan en contra de los
presidentes de la "Europa del Capital", se hace y punto. No importa que
esos dignatarios hayan sido invitados por el alcalde de Barcelona, el
también socialista Joan Clos. Tampoco importa que esa "Europa del Capital"
haya sido construida, también, por los socialistas europeos. ¡Todo vale
cuando hay que arañar unos votos! Si para volver al poder deben acusar a
Pujol de engañar a los electores por dejar que Artur Mas tome decisiones
de gobierno, se hace y punto. No importa que tanto Maragall como Nadal
desertaran la alcaldía a mitad de legislatura con el único objetivo de
asegurar la reelección de su sucesor (sí, ya sé que dirán que siempre se
les critica por lo mismo..., pero todavía es hora de que alguien explique
por qué abandonaron sus cargos si no es para manipular los resultados
electorales).
Si para volver a mandar uno debe prometer que un
hipotético gobierno del PSOE abrazará un ambiguo federalismo, se promete y
punto. No importa que, cuando tuvo mayoría absoluta, el rodillo socialista
intentara exterminar el pequeño grado de autogobierno que el Estatut
otorgaba a Cataluña a través de aquel engendro llamado Loapa. Confiar en
las promesas de cambio de actitud del PSOE es como confiar en el voto de
abstinencia del alcohólico.
Si para volver al poder uno debe
criticar todo lo que hace el Govern, pues se hace y punto. No importa si
lo que se está criticando es bueno para el país. El otro día oí a Nadal en
Catalunya Ràdio atacar a Artur Mas a raíz de su viaje a Polonia para abrir
una oficina de inmigración. No aportó ningún argumento coherente e incluso
llegó a acusar a Mas de perder el tiempo con cosas "poco importantes" en
lugar de arreglar las guarderías. La verdad, sin embargo, es que las
encuestas dicen que la inmigración es una de las prioridades de la
ciudadanía y que la iniciativa de Artur Mas es una atractiva opción que
debe ser considerada. Pero no, los socialistas sólo atacan aunque sus
críticas vayan en contra de lo que interesa al ciudadano.
¿Pero
qué quiere el ciudadano? Pues algo simple: ideas que solucionen sus
problemas cotidianos. Y en eso, Artur Mas les está ganando la partida. Por
primera vez en muchos años, parece que en Cataluña alguien piensa con
imaginación. En su discurso "Catalunya sense límits", Mas hace propuestas
interesantes a los problemas económicos, culturales y sociales
relacionados con la globalización, la integración de nuestro país en el
mundo, con la emigración, con la familia, la educación y el trabajo, con
las infraestructuras y la innovación. Plantea reformas que hagan de
Cataluña un país más dinámico, creativo y emprendedor, comprometido con la
tolerancia y la diversidad. Para conseguirlo, propone un nuevo Estatut que
permita tomar decisiones sin necesidad de pedir permiso constantemente a
las autoridades españolas.
La reacción del PSC ha sido la de
desacreditar, menospreciar y, ¿cómo no?, pedir elecciones anticipadas. No
sé por qué se niegan a discutir ideas, pero se me ocurren dos razones. La
primera es que han decidido adoptar la táctica de acoso y derribo que el
PP utilizó en su día para cargarse a Felipe González, aunque eso cree una
crispación perjudicial para el país. Si es así, me parece preocupante que
un partido que aspira a gobernar en Cataluña ponga más énfasis en destruir
que en construir. La segunda es que las ansias enfermizas de volver al
poder han llevado a Pasqual Maragall y Joaquim Nadal a perder la noción de
la realidad. Parecen cabalgar perdidos, como Don Quijote y Sancho Panza,
sin rumbo concreto, luchando contra gigantes imaginarios para conquistar a
la Dulcinea de la plaza Sant Jaume. No se han enterado de que los
electores empezamos a estar hartos de políticos que sólo descalifican y
acusan cínicamente a los demás de hacer lo que ellos mismos han hecho, de
personajes que se contradicen periódicamente sin proponer nada nuevo y de
señores de sonrisa blanca que basan su estrategia en un supuesto carisma.
Empezamos a estar hasta el gorro de farsas, de gobiernos en la sombra, de
presuntos "cambios" hacia no se sabe dónde y de loros que repiten la frase
"el govern ha perdut els papers" cada vez que el amo les echa
lechuguillas.
No digo que Mas tenga todas las soluciones ni que
todas sus propuestas sean aceptables (no lo son). Pero sus ideas merecen
ser discutidas y analizadas, y los ataques despectivos del PSC demuestran
una actitud de filibusterismo político propia del pasado, no del futuro. Y
porque los electores queremos soluciones imaginativas a nuestros
problemas, cuanto más tiempo tenga Artur Mas de comunicar sus proyectos,
más adeptos va a ganar. Por eso los "ingeniosos hidalgos" de ese PSC sin
norte, montados en sus rocinantes intelectuales, tienen tanta prisa por
insultar, desmerecer y pedir diariamente la convocatoria inmediata de
elecciones. Todas esas maniobras son legítimas... pero provocan tristeza.
Los ciudadanos de Cataluña merecemos algo mejor.
www.columbia.edu/%7exs23
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació Catalunya Oberta,
Columbia University y UPF |