¿Teorías de la conspiración?
SI LOS IMPERIALISTAS americanos sólo
buscan el negocio, ¿cómo no se han dado cuenta de que
éste es fenomenalmente ruinoso? |
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XAVIER SALA I MARTÍN -
05:16 horas - 06/03/2003
Adivina adivinanza: ¿qué tienen en común el Dalai Lama, los
presentadores del “Telenotícies” de TV3, Susan Sarandon,
José Luis Rodríguez Zapatero, Saddam Hussein, Pedro Almodóvar,
el Papa de Roma y miles de manifestantes, tertulianos e
intelectuales de toda España? Pues que todos “saben” que la
guerra que se avecina no es más que otra conspiración de
Estados Unidos para “robar” el petróleo de Iraq. “No al
petróleo a cambio de sangre”, decían las pancartas de la
manifestación en contra de la guerra. La contundencia con la
que se expresan todos podría hacer pensar que cuentan con
pruebas irrefutables de que los americanos sólo buscan el
negocio aunque, si las tienen, nunca las han enseñado.
La verdad es que yo no creo que la guerra tenga nada que ver con
el negocio del petróleo. Y como carezco de documentos secretos
y siempre he creído que la interpretación conspirativa de la
historia es extraordinariamente infantil y quebradiza, me limito
a la lógica de los datos: si el objetivo principal de Estados
Unidos es el negocio del petróleo iraquí, el valor del botín
obtenido debería ser mucho mayor que el coste de la guerra.
Veamos, pues, qué dicen los números.
Empecemos por el botín. Una manera fácil de calcular el valor
de los depósitos iraquíes sería multiplicar el total de
reservas (unos 112.000 millones de barriles) por el precio medio
del último año (unos 30 dólares/barril), lo que da 3,36
billones de dólares. Este simple cálculo sería correcto si no
fuera por el hecho de que es incorrecto. La razón es que es
imposible extraer y vender todas las reservas de Iraq en un solo
día. Debemos, pues, calcular el valor de todos los beneficios
que los invasores van a obtener a lo largo de los años.
Actualmente Iraq extrae unos 2 millones de barriles diarios,
aunque se calcula que su potencial máximo son los 3 millones
que producía antes de 1991 (una producción superior no le sería
permitido por la OPEP, ya que eso reduciría el precio del crudo
para todos). Imaginemos, pues, que se extraen 3 millones de
barriles diarios o 1.095 millones barriles al año (1.098
millones en años bisiestos) y se venden a 30 dólares por
barril. Eso generaría unos ingresos de 33.000 millones de dólares
anuales. Con unos costes de 10 dólares por barril (u 11.000
millones cada año) los beneficios de explotación serían de
22.000 de millones cada año. Si el coste de capital es del 10%,
el petróleo iraquí tiene un valor de capitalización de
220.000 millones de dólares. Todo esto suponiendo que el barril
cuesta 30 dólares. Si en lugar de ese precio generoso, uno toma
el promedio de los últimos 20 años (22 dólares/barril), el
botín sería de “sólo” 131.000 millones.
Pasemos a los costes. La oficina del Presupuesto estima que el
gasto militar estará entre 50.000 y 140.000 millones,
dependiendo de la duración del conflicto. A esto habría que
sumar los costes de “ocupación” y de “mantenimiento de la
paz”. En un informe patrocinado por la Academia Americana de
las Ciencias, el profesor de Yale y ex asesor del Jimmy Carter,
Bill Nordhaus, estima que la factura de una ocupación de entre
5 y 10 años podría costar entre 75.000 y 500.000 millones de dólares.
Pero eso no es todo. La reconstrucción de Iraq también costará
dinero. Según Nordhaus, si los invasores se limitan a restaurar
las infraestructuras, el coste será de unos 20.000 millones. Si
van más allá e implementan un “Plan Marshall”, el monto
puede ascender a 450.000 millones. Y luego está la ayuda
humanitaria. Si nos guiamos por los Balcanes, donde la ayuda
costó unos 500 dólares por persona y año y si uno estima que
habrá entre dos y cinco millones de refugiados durante uno a
cuatro años, la ayuda humanitaria costará entre 1.000 y 10.000
millones de dólares.
Finalmente, hay que hablar de una posible recesión causada por
el eventual conflicto. Según la prestigiosa consultora Global
Insight de Cambridge, si no hay guerra, la economía americana
crecerá un 3,2% este año y un 4,1% en el 2004. Un conflicto
corto reduciría el crecimiento al 2,8% y 3,8% respectivamente,
lo que representa unas pérdidas de 112.000 millones. Si la
guerra se prolonga y se expande a otros países, las tasas de
crecimiento del PIB norteamericano serían de 1,6% en el 2003 y
-0,1% en el 2004. Es decir, se perderían 750.000 millones de dólares.
La suma de todos esos costes da un total de entre 258.000 y
1.850.000 millones de dólares. Es posible que a esos americanos
fríos, desalmados y calculadores no les importen las vidas
humanas y están dispuestos a derramar “sangre a cambio de
petróleo”. Pero, claro, ¡derramar dólares es muy distinto!
Y derramar entre 258.000 y 1.850.000 millones para conseguir un
botín de entre 131.000 y 220.000 millones de dólares es una
ridícula extravagancia. Si los imperialistas sólo buscan el
negocio, ¿cómo no se han dado cuenta de que éste es
fenomenalmente ruinoso? ¿No les saldría más barato sobornar
al sátrapa de Saddam Hussein?
No. No mantengo ninguna esperanza de convencer a los
antiamericanos viscerales. Ellos “saben” que lo único que
se busca con la guerra es el petróleo, y ni el raciocinio ni
los datos les van a hacer ver lo contrario. Lo que sí espero es
que los lectores abiertos se den cuenta de que la lógica económica
indica que el objetivo norteamericano no puede ser, ni única ni
principalmente, el petróleo iraquí. ¿Tan descabellado es
pensar que la Casa Blanca intente prevenir futuros atentados
terroristas como para que uno deba recurrir a las míticas,
sobadas e infundadas teorías de la conspiración?
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació
Catalunya Oberta, Columbia University y UPF
www.columbia.edu/%7exs23
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