Higiene democrática
LA TEORÍA DEL CAMBIO higiénico, de
moda entre los socialistas en las elecciones de 1999, ha
desaparecido de su discurso en estas municipales |
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XAVIER SALA I MARTÍN -
06:16 horas - 17/05/2003
La alternancia en el poder es una regla de oro no escrita en la
base del sistema democrático. Nuestras constituciones,
estatutos y demás normas legales conexas establecen con
claridad una periodicidad en la celebración de elecciones. Pero
en ninguno de esos textos legales se menciona la necesidad de
una alternancia, prueba irrefutable de la madurez de un sistema
democrático. Una alternancia conviene por pura higiene política,
al evitar la patrimonialización del poder y sus posibles abusos.
Tras diecinueve años de gobierno del mismo signo, parece que ya
es hora de que la alternancia se abra paso en Catalunya.”
Estas sabias palabras fueron escritas por el ex secretario
general del PSC, Joan Reventós i Carner, en un artículo
publicado por “La Vanguardia” el 9 de octubre de 1999, poco
antes de las últimas elecciones catalanas.
Joan Reventós no era el único que decía eso en aquella época.
Por ejemplo, tres días antes, Miquel Iceta también nos daba
lecciones de sabiduría electoral en un artículo titulado
“Higiene democrática”. La teoría del cambio higiénico
estaba de moda entre los socialistas en octubre de 1999.
Curiosa y misteriosamente, las homilías sobre “madurez democrática”,
“necesidad de alternancia” y “patrimonialización del
poder” han desaparecido del discurso socialista durante las
presentes elecciones municipales. ¿Por qué?, se preguntarán
ustedes. Pues yo no lo sé. No creo que se hayan vuelto menos
“higiénicos”. Quizá lo que pasa es que los grandes
principios éticos, las lecciones de civismo democrático y los
pedantes sermones sobre la necesidad de cambios sólo se aplican
cuando le benefician a uno. Y es que, si tras 19 años de CIU en
la Generalitat, la “higiene democrática” exigía la
alternancia en Catalunya en 1999, ¿no requiere hoy la misma
higiene el cambio en el Ayuntamiento de Barcelona, tras 24 años
de ininterrumpido gobierno socialista?
De hecho, le hice esa misma pregunta a un conocido político del
PSC en un programa de radio hace unos días. Me aclaró que la
higiene del 99 no se refería a la alternancia de “partidos”
sino de “personas”. Y enseguida me recordó que Barcelona
había visto tres alcaldes socialistas y eso ya bastaba para la
alternancia. Le pregunté si de aquí a unos meses seguiría
estando de acuerdo con esa definición de alternancia, dado que
Artur Mas es una persona distinta a Jordi Pujol. El interlocutor
balbuceó una respuesta incomprensible y se acabó la conversación.
A veces me da la impresión de que los políticos no se dan
cuenta de que los ciudadanos no somos tontos y de que les vemos
el plumero: todos sabemos que solamente buscan nuestros votos y
que serían capaces de todo para ganar un puñado de ellos. La
verdad es que la “alternancia por pura higiene democrática”
no tiene ningún sentido. Ni en las municipales, ni en las
catalanas, ni en las estatales. Lo que importa es cómo lo han
hecho los actuales gestores. Si lo han hecho bien, deberían
seguir. Y si no, habrá que buscar un cambio para que gente más
competente pueda servirnos mejor. Eso es cierto hoy, mañana y
dentro de quince años.
En este sentido, la pregunta clave es: ¿qué nota se lleva el
equipo que ha mandado en Barcelona durante los últimos cuatro años?
La respuesta es: un enorme suspenso. Sí, ya sé que en su
propaganda electoral, el PSC nos recuerda el número de guarderías,
de bibliotecas y de cosas bonitas que ha hecho. Pero se olvida
de mencionar que la gente tiene miedo a ir por la calle por
culpa de las pandillas de atracadores incontrolados. Se olvida
de explicarnos por qué la policía municipal no hace nada
cuando los extorsionadores de los semáforos nos lavan, queramos
o no, los cristales del coche. Se olvida de que, cuando hubo
aquella huelga de transportes públicos, hace menos de un año,
el señor Joan Clos no ejerció de líder para arreglar la
situación, sino que desapareció durante un par de semanas (dicen
que a una conferencia en Corea), como si la cosa no fuera con él.
Se olvida de explicar por qué los coches pueden aparcar en
doble o triple fila, ocasionando atascos monumentales ante la
pasividad de la Guardia Urbana. Se olvida de aclarar por qué
las pintadas y el graffiti están volviendo a gangrenar las
paredes de la ciudad sin que el Ayuntamiento haga nada para
evitarlo. Se olvida de decir que Barcelona es la ciudad más
cara del Estado por culpa de la política de suelo del
Ayuntamiento (que ha “privatizado” enormes áreas de suelo público,
no para vivienda social, sino para que las inmobiliarias
construyan viviendas de alto standing) y porque tiene los
impuestos más altos de España. Se olvida de mencionar que han
minado las rondas con cámaras espía para multar a los
ciudadanos cuyo único “delito” es circular a poco más de
60 kilómetros por hora, como si el único objetivo de Clos
fuera financiar el enorme déficit fiscal generado por su gestión
ineficaz. Se olvida de explicar, en definitiva, por qué la
ciudad glamourosa de los juegos olímpicos ha dado paso a una
Barcelona inoperante, sucia, peligrosa y cara.
Todos los sacerdotes del “cambio necesario” que nos
machacaron con su falsa doctrina en las elecciones catalanas (y
que nos volverán a machacar, no lo duden, una vez hayan pasado
las municipales) deberían entender que lo verdaderamente democrático
es corregir el rumbo cuando uno se ha perdido. Evitar la
alternancia cuando las cosas van mal y sermonear a la gente con
quimeras disfrazadas de moralidad sí que es, señores profetas
del cambio interesado, una falta de higiene democrática.
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació
Catalunya Oberta, Columbia University y UPF
www.columbia.edu/%7exs23
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