XAVIER SALA I MARTÍN - 11/06/2003

JOAN CASAS

 


El mejor es Joan Laporta

 

EL BARÇA NECESITA un cambio radical: de actitud, de ideas, de mentalidad empresarial, incluso de generación  

XAVIER SALA I MARTÍN - 03:46 horas - 11/06/2003
No. No me presento a la presidencia del Barça. Tampoco formo parte de ninguna candidatura. Escribo este artículo como ciudadano que se preocupa por el futuro del Barcelona y que observa el proceso electoral desde fuera. Mi primera observación es que Jaume Llauradó no debería ser presidente: primero, la flagrante falsificación de firmas (incluyendo la del príncipe de Andorra) demuestra que o bien es una persona de poco fiar o bien es un mal gestor que se rodea de colaboradores que no son de fiar. Ambas posibilidades le desacreditan. Segundo, es cierto que Lluís Bassat es judío. Pero fomentar el antisemitismo para restar votos al adversario es indigno del presidente de nuestro club. Tercero, y más importante, su caótico y ruinoso paso por la Unió Esportiva Lleida deberían inquietar a cualquiera que se preocupe por la situación deportiva y económica del Barça.

Descartado Llauradó, la pugna por la presidencia se reduce, diría yo, a dos candidatos con posibilidades reales: Lluís Bassat y Joan Laporta. Creo realmente que se trata de dos personas fundamentalmente honestas. Y vista la reciente historia del Barça y lo que pasa en otros clubs de la Península, eso ya es mucho. Pero la honestidad no es suficiente para ser un buen presidente. También se necesita tener un buen programa, un buen equipo y unas buenas ideas. Poco a poco se van desvelando las propuestas de los candidatos. Por ejemplo, ya sabemos quiénes serán las figuras claves de la estructura deportiva del club. Joan Laporta cuenta con Sandro Rossell. Lluís Bassat propone a Pep Guardiola.

Sandro Rossell fue un alto ejecutivo a nivel mundial para los temas de fútbol de la empresa Nike. Para desempeñar ese cargo, tuvo que mantener una red global de observadores de deportistas, pelearse con empresarios, futbolistas y representantes, tuvo que estar metido en el mismo mundo en el que deberá actuar como responsable del área deportiva del Barça. Se trata, pues, de una persona con mucha experiencia en el complicado mundo del negocio futbolístico.

Pep Guardiola fue un gran jugador. Uno de los mejores. Pep siempre demostró serenidad, prudencia y sentido común. El problema es que Lluís Bassat no quiere contratar a Pep como jugador, sino como director deportivo, cargo en el que no tiene ninguna experiencia. Es verdad que uno aprende trabajando. Pero también es cierto que, en el proceso, uno comete errores de calado. Ninguna empresa multinacional contrataría a un estudiante recién graduado para ejercer de director general. Y el Barça tampoco debería hacerlo. El Barça necesita profesionales consagrados, que conozcan el mercado ahora (no el año que viene) y que den resultados inmediatos. Cuando Bassat nombra a Guardiola para una posición tan importante demuestra que antepone la “publicidad electoralista” a la “eficiencia económica”. Sí, Pep le puede dar votos, pero el paso de Gaspart por la presidencia nos demuestra que lo realmente importante es la gestión tras las elecciones.

Otra cosa que sabemos es cómo piensan los candidatos organizar la economía del club. Bassat ha propuesto una gestión bicefálica entre la presidencia del club y la “tutela” del patrimonio a través de la fundación. Si el objetivo de esta división es que el gestor de la fundación ejerza un control sobre la presidencia del club, el señor Bassat demuestra tener muy poca confianza en su propia capacidad de gestión. Si, por el contrario, el objetivo es satisfacer los requerimientos de alguna entidad financiera que no se fía de cómo se van a administrar sus créditos o ayudas, me pregunto yo cómo vamos a asegurarnos de que los gestores de la fundación, que no serán votados por los socios, actúen en beneficio del club y no en beneficio de la entidad que los ha puesto allí. Otro aspecto que hay que destacar es el acercamiento de Bassat a ciertos directivos de Acesa (y, por tanto, de La Caixa). Con ese acercamiento se da la impresión de que se piensan “solucionar” los problemas del Barça con créditos (o, peor aún, con venta de patrimonio). Eso sería un error. Tapar agujeros con créditos sólo aplaza un problema que vuelve unos años más tarde... magnificado. Eso es lo que hizo el señor Núñez y ahora pagamos las consecuencias.

La solución de Laporta es la correcta: mejorar la situación económica a base de organizar el Barça como una empresa global, una marca mundializada tipo Disney, Coca-Cola o Microsoft, donde los gestores tienen los ojos puestos en los éxitos deportivos y en la cuenta de resultados. Para ello es necesaria una gestión eficaz, moderna, internacionalizada y mediatizada, con gestores jóvenes dispuestos a dar la mejor parte de su vida por el Barça y no con personas que ven el club como el último peldaño en la escalera social barcelonesa. En un futuro cercano, solamente habrá sitio para tres o cuatro franquicias futbolísticas a nivel mundial, y el Barça debe ser una de ellas. No podemos perder este último tren.

El éxito radica también en entender y rentabilizar aquello de que “el Barça és més que un club”. Eso quiere decir que hay todo un país detrás, y que no se puede dividir y crispar a la sociedad que lo adora y no se puede pasar arrogantemente por encima de todos los pueblos y ciudades de Catalunya y “robando” jugadores de fútbol, balonmano o hockey sobre patines.

El Barça necesita un cambio radical: de actitud, de ideas, de mentalidad empresarial, incluso de generación. Por todo ello pienso, sinceramente, que, entre los candidatos a la presidencia, el mejor es Joan Laporta.

X. SALA I MARTÍN, Fundació Catalunya Oberta, Columbia University y UPF
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