¿Una cuestión de fe?
EL PROBLEMA DEL cambio climático es profundo y
serio, y se basa en datos, estudios y hechos |
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JOSEP ENRIC LLEBOT - 03:46 horas -
02/10/2003
El señor Xavier Sala i Martín, hace unos días, nos obsequiaba con una
enérgica y provocadora epístola sobre lo que él denomina el dogma del
cambio climático y el uso que los antiliberales hacen del mismo. El
debate encendido sobre temas ambientales ha sido una constante en la
historia, especialmente en la más reciente. Frecuentemente ha enfrentado
a aquellos para los que el desarrollo tecnológico de nuestra sociedad ha
producido importantes desarreglos en el funcionamiento de la naturaleza,
con los que opinan que el progreso tecnológico está por encima de los
peajes ambientales que puedan conllevar. Según la visión de los primeros,
tras algunos avances tecnológicos se esconden importantes catástro-fes
ambientales. Según los segundos, el planeta puede asimilarlas todas.
Ciertamente el que haya habido un verano singularmente caluroso en
nuestro país no muestra nada. Como tampoco demostraba nada que el verano
del 2002 en Europa fuera inusitadamente frío y lluvioso. La cuestión del
calentamiento global y del cambio climático es mucho más profunda y
seria: las tesis que sostienen la idea de que estamos abocados a un
calentamiento global no se basan simplemente en hechos aislados, unos
cuantos artículos de prensa y algunos programas de la televisión. Nadie
pretende que sea un dogma, como afirma el señor Sala, ya que el problema
no es cuestión de fe sino de conocimiento científico, y la ciencia hace
medidas y elabora teorías.
Son conocidos y han sido muy divulgados los datos de la Organización
Meteorológica Mundial según los cuales la temperatura global ha ido
creciendo regularmente durante los últimos años, o los informes del
Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC),
donde se constata el aumento continuado de los gases causantes del
efecto invernadero en la atmósfera, los cambios en la distribución de
distintas especies de mariposas en Europa; que cada vez a los árboles y
arbustos de hoja caduca les salen antes las hojas y les caen más tarde,
que los glaciares retroceden, que en muchas zonas del globo la pauta de
las precipitaciones parece que está cambiando, etcétera. Hoy en día se
comprende razonablemente bien el funcionamiento del clima terrestre,
aunque hay aspectos que todavía no se conocen con precisión, y
prácticamente todos los modelos matemáticos que simulan el clima auguran,
en términos generales, un futuro con un clima cambiante.
La historia de los conflictos ambientales está llena de propuestas según
las cuales no hay que actuar frente a un problema hasta que se tenga una
certeza de su existencia. En cambio, hay otros entornos donde la
incertidumbre en la predicción es habitual y, en cambio, los
responsables toman decisiones. ¿Por qué los problemas ambientales se
tratan de forma distinta a la de otros problemas de la sociedad? ¿Por
qué no se ve la importancia económica y social de la dimensión ambiental
de nuestra actuación colectiva?
Coincido con la opinión del señor Xavier Sala i Martín expresada en otro
de sus artículos en “La Vanguardia” según la cual la interpretación
conspirativa de la historia es extraordinariamente infantil y quebradiza
y que, por lo tanto, debemos limitarnos a la lógica de los datos. Por lo
que hace referencia al calentamiento global y al cambio climático, a mi
entender, la lógica de los datos es aplastante.
¡Para no verlo, si que se necesita un dogma de fe!
J. E. LLEBOT, profesor de Física de la UAB.
Miembro del CADS |