Lo difícil es aportar soluciones
TODOS PROTESTAN contra algo: contra
la guerra, contra el PP, contra la democracia
representativa; y es que criticar es muy fácil |
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XAVIER SALA I MARTIN -
03:46 horas - 15/04/2003
El otro día estaba en la universidad cuando escuché a dos
estudiantes planear futuras actuaciones contra la guerra.
“Acabo de tener una brillante idea –decía uno–, primero
te abres de piernas y yo te pego una gran patada en los
cataplines; después me abro yo, y me la pegas tú a mí. Así
le daremos una lección a esos imperialistas norteamericanos.”
“Fantástico –dijo el otro–. Seguro que los rectores
catalanes considerarán que nuestro comportamiento es
‘formativo y enriquecedor’.”
No. Es broma. Esa conversación es un invento. Pero un invento
que me vino a la cabeza al ver que los estudiantes se
manifiestan cortando calles, autopistas y rondas. Al fin y al
cabo, si es cierto que el 91% de la población está contra la
guerra, los pobres ciudadanos que se quedan atrapados en sus
coches por culpa de las manifestaciones también están, con
toda probabilidad, contra el conflicto bélico.
Algo parecido pasa con las caceroladas nocturnas, que despiertan
a los bebés de nuestros vecinos (que se oponen a la guerra), o
con el boicot a productos “americanos” como MacDonalds, que
no tienen en cuenta que son franquicias propiedad de personas
catalanas que, a su vez, compran carne, lechugas y patatas a
productores catalanes... que, por supuesto, también están
contra la guerra. Por el contrario, se compran miles de
Coca-Colas y se derraman por el suelo (como si al productor le
importara lo que hace uno con el producto después de comprarlo)
y se aumentan así los beneficios de la empresa cuyos
propietarios seguramente están a favor del conflicto. El
intento de poner presión a George W. Bush a base de perjudicar
a los que están contra y beneficiar a los que están a favor de
la guerra es tan peculiar como el de los estudiantes que
practican la agresión testicular mutua.
Otro aspecto curioso es que todo el mundo protesta contra algo:
contra la guerra, contra el PP, contra la democracia
representativa. Pues, aprovechando que está de moda decir las
cosas a las que uno se opone, aquí va mi lista: estoy contra la
guerra porque no me gusta que los gobiernos utilicen la fuerza
que les damos los ciudadanos para matar a inocentes. Claro que,
por la misma razón, estoy contra los dictadores sanguinarios
como Saddam, que asesinan y torturan a su población. El
problema es que, que yo sepa, nadie ha encontrado una manera pacífica
de echar a Saddam del poder (las sanciones y las inspecciones de
la ONU no eran más que un chiste malo), por lo que uno se
pregunta si la guerra y la consiguiente eliminación del
dictador va a acabar provocando más o menos muertos y
sufrimiento que el statu quo.
Además de estar contra la guerra y contra Saddam, estoy contra
la absurda idea de que una guerra es “legítima” o
“legal” si lo autoriza el Consejo de Seguridad de la ONU.
Todos sabemos que los miembros de ese consejo se mueven por
intereses oscuros o utilizan su voto para conseguir favores económicos
que nada tienen que ver con la ética: ¿de verdad alguien cree
que Chirac buscaba la paz y no la protección de sus contratos
petrolíferos con Saddam?, ¿de verdad alguien cree que la
guerra hubiera sido más “legítima” si EE.UU., y no Francia,
hubiera conseguido comprar (repito, comprar) el voto de Camerún,
Guinea o Angola?
También estoy contra los que organizan manifestaciones contra
la guerra de Iraq e ignoran otros conflictos mucho más
sanguinarios como los de Congo, Ruanda-Burundi, Sierra Leona,
Etiopía-Eritrea o Costa de Marfil, conflictos que, por cierto,
tampoco tuvieron el visto bueno de la ONU. La irritación
selectiva de los organizadores de protestas revela un odio
antiamericano difícil de reconciliar con el verdadero pacifismo.
Estoy contra la utilización política del genuino pacifismo de
la ciudadanía. Los discursos de algunos dirigentes acusándose
mutuamente de “nazis” o “hitlerianos” son indignos de un
país civilizado como el nuestro. También estoy contra los líderes
que fomentan el antiamericanismo en Europa y el antieuropeísmo
(sobre todo francés) en EE.UU. para conseguir unos miserables
votos. El terrorismo es un problema común a todos los
occidentales y cuando los políticos hacen campañas generando
división, los que salen ganando son los terroristas.
Y estoy en contra de las cazas de brujas que se han desatado en
toda España contra las personas que discrepan de la opinión
mayoritaria. Los sumos sacerdotes del pacifismo se han
autodotado de una supuesta superioridad moral y se dedican a
perseguir a todos los que no comulguen con ellos. Algunos llegan
al insulto y a la agresión (aunque, dicho sea de paso, hay que
aplaudir a los estudiantes que han actuado de escudos humanos
para proteger a personas o edificios ante la violencia de los más
gamberros). Pero aunque no haya violencia, estoy en contra de
que se criminalice a las voces discrepantes, por minoritarias
que sean. No hace mucho, desde estas páginas denuncié la
persecución que sectores afines al Partido Popular hicieron de
Marta Ferrusola y Heribert Barrera a raíz de sus declaraciones
sobre la inmigración. Con el mismo énfasis hoy estoy contra la
persecución física y verbal de la que son objeto las sedes y
las personas afines al PP.
Ya ven: todos, incluso yo, tenemos nuestra lista de cosas contra
las que estamos. Y es que criticar, decir no y estar en contra
es muy fácil. Lo difícil es aportar soluciones.
X. SALA I MARTIN, de la Fundació
Catalunya Oberta, la Columbia University y la UPF
www.columbia.edu/%7exs23
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