Yo votaré a Artur Mas
MAS ES UN LÍDER QUE transmite seguridad, que
tiene una visión clara de lo que quiere para Catalunya y no le da
miedo defenderla |
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XAVIER SALA I MARTÍN - 03:16 horas
- 14/11/2003
Lo confieso. Yo nunca he votado. Pero, dada la importancia de las
elecciones del domingo, esta vez pasaré por las urnas. Vaya por delante
que ni milito en ningún partido ni formaré parte de ningún gobierno,
gane quien gane.
¿A quién votaré? Pues de entrada les diré que a Pasqual Maragall no.
Primero, porque no parece tener ni el entusiasmo ni la energía
necesarios. El president de la Generalitat debe ser alguien que sueñe
cada día con ello y no alguien a quien Felipe González deba convencer
para ser candidato. Debe ser alguien que quiera dedicar los mejores años
de su vida a trabajar para su país y no alguien que espere ser
presidente simplemente porque “toca un cambio”. Debe ser un líder que
inspire confianza y no alguien a quien los estrategas de su partido no
dejan hablar por miedo a que meta la pata. Alguien que se preocupe por
los “problemas del día a día” y no ser, como dice Joaquim Nadal, un
“presidente presidencial”, una figura decorativa que se duerme por todas
partes y que deja la gestión en manos de no se sabe quién.
Segundo, porque su campaña se basa en la crítica destructiva y alevosa.
Los socialistas manipulan la verdad cuando dicen que Catalunya está a la
cola de España en aspectos sociales como la sanidad y educación. Esas
afirmaciones son tan esperpénticamente falsas que producen risa: si
estamos a la cola, ¿cómo es entonces que 14 de los 20 mejores hospitales
de España están en Catalunya? ¿Cómo es que tenemos la segunda esperanza
de vida más alta del mundo (después de Japón)? ¿O cómo es que somos el
único país de Europa que escolariza el 100% de los niños de entre 3 y 6
años y donde todas las escuelas están conectadas a Internet? Quien
distorsiona la verdad para conseguir un puñado de votos no es digno de
ser el presidente de mi país.
Tercero, no votaré a Maragall porque su “principal estrategia”, eso de
hacer “pedagogía” entre sus colegas socialistas españoles para que
apoyen su “federalismo asimétrico”, no funciona y no funcionará nunca.
Cuando José Bono (el que sucederá a Zapatero cuando éste fracase en las
próximas elecciones españolas) dice que “a Pujol la cabeza no le rige
del todo” porque pide el aumento de las pensiones catalanas, demuestra
claramente que el PSOE nunca aceptará la asimetría. Si a eso le añadimos
que hace poco el PSC votó con el PSOE y el PP en el Congreso español
para impedir que la Generalitat pudiera subir las pensiones de las
viudas catalanas, vemos que la pedagogía de Maragall no convence ni
siquiera a los socialistas catalanes. Tanto hablar de “política social”
y, a la hora de la verdad, son más leales al uniformismo del PSOE que a
los jubilados de Catalunya.
Cuarto, las encuestas demuestran que el PSC no podrá gobernar sin la
ayuda de los ex comunistas de ICV. Éstos se han apresurado a poner
condiciones: la revisión o eliminación de los conciertos con las
escuelas privadas, la introducción de esa ecotasa que ya arruinó el
turismo en las Baleares, un recargo al consumo eléctrico mientras se
cierran las nucleares, el aumento desenfrenado del gasto público y, para
financiarlo todo, exigen, ¿cómo no?, ¡un aumento del IRPF!
Créanme. El problema de Catalunya no es que paguemos demasiado pocos
impuestos o que nuestra factura de la luz necesite recargas. Es más,
reducir las ayudas a las escuelas concertadas es obligar a miles de
familias catalanas a pagar más por el colegio de sus hijos. Y no
familias multimillonarias, no. Familias normales, como la de ustedes o
la mía, que llevan a sus niños a los Escolapios, los Salesianos o la
escuela parroquial del pueblo. Familias que no deberían ser
discriminadas simplemente porque Maragall depende de los votos de una
izquierda marxista trasnochada que ha desarrollado un odio visceral por
todo lo privado, desde escuelas hasta hospitales pasando por empresas o
pequeños negocios.
Descartado Maragall, me quedan dos opciones válidas: Josep Lluís
Carod-Rovira y Artur Mas (entre otras cosas, elimino a Piqué porque,
según todas las encuestas, el PP será irrelevante, por lo que votar
Piqué es tirar el voto). La verdad es que no me importaría que Carod
fuera president. Pero me da miedo que sus votos acaben dando la
Generalitat a la extrema izquierda de ICV y a los socialistas españoles
anticatalanes que dictan el ritmo al que baila Maragall.
Así las cosas, me queda Artur Mas. Bueno, no. Me quedan Artur Mas y la
abstención. En el pasado siempre me he abstenido. Pero esta vez votaré
porque Catalunya lo necesita y porque creo, sinceramente, que Artur Mas
será un gran president. Ya demostró su habilidad al sacar a CIU de la
crisis cuando se encontraba al borde de la escisión. Mas es un líder
competente que transmite seguridad. Tiene una visión clara de lo que
quiere para Catalunya y no le da miedo defenderla. Sabe que necesitamos
poder administrar todos nuestros impuestos, que debemos tener la
libertad de aumentar las pensiones sin tener que preguntar a sectarios
manchegos. Sabe que queremos mantener y mejorar los sistemas educativos
y sanitarios tradicionales de Catalunya y sabe cómo debemos administrar
la emigración y la justicia. De todos los candidatos, no hay duda de que
Artur Mas es el que mejor va a gestionar nuestro país y el que mejor va
a defender los intereses de los ciudadanos de Catalunya. Como en el
entorno de Laporta en su día, alrededor de Mas se respira juventud,
optimismo, imaginación y muchas ganas de trabajar. Él debe ser y será el
nuevo president de la Generalitat. Por eso, esta vez, votaré. Y votaré a
Artur Mas.
XAVIER SALA I MARTÍN, de la Fundació Catalunya
Oberta, la Harvard University y la UPF
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