Otra
montaña de palabras vacías
EL FÒRUM HA TENIDO escasísimo impacto
internacional; el calificativo de 'universal'no era más que una
pretenciosa quimera |
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XAVIER SALA I MARTÍN - 00:00 horas
- 11/10/2004
Barcelona, humillada por el fracaso de un costoso festival. Éste era el
titular de The Independent,el único periódico anglosajón que he
podido encontrar que se dignó mencionar la clausura del Fòrum Universal
de les Cultures 2004. El artículo se pregunta si "ese fracaso es la
señal de que Barcelona, otrora paraíso de vanguardia arquitectónica y de
creadores inagotables, ha caído en la mediocridad". "Lejos quedan los
días gloriosos cuando Barcelona organizó unos Juegos Olímpicos que
todavía se consideran modélicos y cuando artistas y diseñadores
transformaron una ciudad gris en un destino de moda y pasión intelectual.
Ahora es una ciudad que parece haber perdido el contacto con sus
ciudadanos".
Al no formar parte del gran complot que el alcalde Joan Clos creyó ver
cuando se publicaron las primeras críticas, la reacción de la prensa
extranjera demuestra claramente que el Fòrum ha sido un fracaso. Y no lo
digo por las palabras negativas de The Independent...,a pesar de
que frases como "Barcelona, humillada" y "caída en la mediocridad"
sugieren que no todas las maragalladas son genialidades y que algunas
pueden acabar perjudicando la imagen de nuestro país. Lo digo porque la
abrumadora mayoría de los medios simplemente lo han ignorado. Y ese
silencio confirma que el Fòrum ha tenido escasísimo impacto
internacional y que el calificativo de universal no era más que
una pretenciosa quimera (a no ser que por universal se entienda lo que
hay entre l´Hospitalet y Badalona).
Los errores del Fòrum han sido muchos, pero yo destacaría cuatro.
Primero, algunos políticos de izquierdas todavía no han entendido que es
positivo que se renueven las áreas más deprimidas de las ciudades y que
es deseable que se construyan infraestructuras que den beneficios
económicos. Recuperar toda la zona del Besòs es bueno para Barcelona,
tener espacios para celebrar macroconvenciones contribuye a recuperar el
liderazgo europeo en el sector de ferias y congresos, y aumentar la
oferta hotelera hace que los precios de las habitaciones sean más
asequibles. Todo eso es bueno, y así lo deberían haber vendido. ¡Pero
no! En lugar de decir la verdad, montaron una costosísima farándula
pseudointelectual como tapadera. Y, como tapadera, la cosa no podía
funcionar.
Segundo, los diálogos no consiguieron ser la anunciada fuente de nuevas
ideas para arreglar el mundo, porque, en su mayoría, más que diálogos
parecieron monólogos. Demasiado a menudo se echaron en falta
contrapuntos políticos e intelectuales. Si, ya sé que seguramente se
invitó a muchos personajes que no comulgan con el ideario oficial del
Fòrum y que éstos no quisieron aceptar la invitación. Pero, sea como
fuere, la verdad es que muchos de los diálogos fueron una aburrida y
previsible repetición de lo que Jordi Barbeta califica de "papanatismo
progre": posiciones antiliberales y antiamericanas cercanas al
movimiento altermundista. El problema es que ¡para eso ya está Porto
Alegre!
Tercero, el Fòrum pecó de una inocencia casi infantil. Su lema era
Moure el món.Seguramente es posible cambiar el mundo sin contar con
la gente que realmente lo mueve (como políticos de calibre en activo o
líderes empresariales de primer nivel mundial), pero para ello es
necesario tener ideas innovadoras, un gran respaldo popular y, sobre todo, los pies en el suelo.
El mundo no se mueve anunciando: "Desde este foro defenderé la lucha
contra la pobreza, la guerra, la explotación infantil y la marginación
de las mujeres", porque eso lo puede decir cualquiera. De hecho, la
frase que he transcrito no fue pronunciada por un intelectual en los
confines de la Haima, sino por Oksana Fyodorova, finalista del concurso
Miss Universo 2002, cuando el presentador le preguntó por qué quería
ganar. No sé si fue su elocuencia o las piernas que exhibió en el
desfile de bikinis lo que decantó el concurso a su favor (aunque
posteriormente Fyodorova fue descalificada al descubrirse que estaba
divorciada). Lo que sí sé es que casi idénticas palabras aparecen en las
oraciones de todos los niños del mundo cuando se van a la cama y también
se pueden encontrar en la página 3 de la declaración final del Fòrum,
titulada El compromiso de Barcelona.
Lo que me lleva al último punto. El compromiso final es una
mezcla de obviedades ("formamos parte de un planeta común"), buenas
intenciones ("proponemos un progreso que afronte el hambre y la pobreza")
y recopilación de recetas concebidas en Porto Alegre ("proponemos una
mejor distribución de la renta a partir del gravamen sobre los grandes
beneficios de las corporaciones"). ¡Qué bonito! Lástima que las últimas
palabras -"Instamos a que las conclusiones y propuestas surgidas del
Fòrum de Barcelona 2004 se integren en las agendas de trabajo de ONG,
gobiernos e instituciones de las Naciones Unidas"- son demasiado secas y
poco reveladoras. Si me hubieran preguntado a mí (cosa que,
evidentemente, no hicieron), yo hubiera añadido la frase: "Una vez hecha
esta hermosa declaración de buenos propósitos, procederemos a quemar un
castillo de fuegos artificiales valorado en cientos de miles de euros.
Con eso no sólo acabaremos de corroborar que el Fòrum ha sido uno de los
ejercicios de dilapidación de caudales públicos más escandalosos que ha
visto el hombre, sino que, además, será la prueba definitiva de que
nuestros compromisos sobre la reducción de las desigualdades y la
erradicación de la miseria en el mundo no son más que otra montaña de
palabras vacías".
X. SALA I MARTÍN , Fundació Umbele, Columbia
University y UPF www.columbia.edu/%7exs23 |