Pájaro de tóxicos excrementos
LOS AUTÉNTICOS liberales abogan por la mínima
interferencia del Estado en la economía las 24 horas del día
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XAVIER SALA I MARTÍN - 00:00 horas
- 17/09/2005
En septiembre del 2004, el ministro francés Dominique Villepin publicó
un libro titulado El tiburón y la gaviota. Con su habitual
petulancia, el autor asociaba a Francia con la gaviota, "un ave
majestuosa, elegante y casi femenina que aprovecha el viento para flotar
como símbolo de libertad", y a EE. UU. y Gran Bretaña con un depredador
asesino, el tiburón. Tras esa alusión, un líder político británico, con
ese sentido del humor que caracteriza a los ingleses, recordó que,
además, "la gaviota es un pájaro chillón que deja sus malolientes y
tóxicos excrementos por todas partes".
No. Hoy no voy a hablar de franceses. Voy a hablar de la oferta pública
de adquisición (opa) hostil que Gas Natural ha hecho sobre Endesa. Como
principio general, es bueno que en las economías de mercado exista la
posibilidad de que una empresa compre las acciones de otra sin que el
consejo de administración de ésta esté de acuerdo (fenómeno llamado opa
hostil, para diferenciarlo de las opas no hostiles, que es cuando los
directivos de la empresa comprada se ponen de acuerdo con los de la
compradora). Las opas, digo, son saludables porque imponen una
disciplina sobre los administradores de las empresas: si éstos no hacen
las cosas bien, el valor de las acciones baja, cosa que perjudica a los
accionistas... y atrae a posibles compradores que piensan que con unos
gestores distintos hará subir la cotización. Eso mantiene despiertos a
los actuales directivos y protege a los accionistas.
En el caso de Gas Natural y Endesa, existen razones económicas
adicionales que justifican la fusión: las centrales eléctricas modernas
de ciclo combinado utilizan el gas natural como principal fuente de
energía, por lo que la unión de empresas de gas y de electricidad crea
sinergias y reduce costes.
Sí. Es cierto que una empresa grande tiende a tener una cuota de mercado
superior, cosa que, se dice, puede reducir la competencia de mercado. La
verdad, sin embargo, es que una cuota de mercado reducida no siempre es
garantía de mayor competencia, sobre todo en mercados altamente
regulados como son el del gas y la electricidad. Es más, Gas Natural
produce principalmente gas (y muy poca electricidad) y Endesa
principalmente electricidad (y muy poco gas), por lo que el gigante
resultante de la fusión no tiene por qué tener una cuota de mercado
mucho mayor ni en uno ni en otro mercado. A pesar de ello, Gas Natural
ha prometido vender diferentes activos a la competencia, Iberdrola, para
seguir garantizando la competencia.
Otro factor que tener en cuenta es que el mapa energético de la UE va a
sufrir un gran cambio a partir de que, en el 2007, se produzca la total
liberalización. Eso va a conllevar fusiones generalizadas que, dicho sea
de paso, ya han empezado: France Suez acaba de comprar la totalidad de
la Belga Electrabel y la alemana E. ON está intentando comprar a la
británica Scottish Power. Incluso el Gobierno francés ha privatizado su
monopolio de gas (Gaz de France) y está preparando la venta del de
electricidad (Electricité de France). La opa de Gas Natural, pues, se
enmarca en un proceso en el que sólo los que tengan visión de futuro van
a sobrevivir.
En medio de todo esto, algunos políticos del Partido Popular -
teledirigidos desde Argentina por don José María Aznar- intentan
boicotear la fusión con Endesa. El argumento, peregrino donde los haya,
es que detrás de Gas Natural se esconde el tripartito catalán y que hay
que evitar que un sector estratégico como el de la energía caiga en
manos de los nacionalistas. Además de hacer gala de una alarmante miopía
económica y de una visión gallinácea del asunto, el comportamiento de
esos señores es insultante a tres niveles.
Como catalán, me ofende que políticos ultranacionalistas españoles
sugieran la posibilidad de que empresas catalanas no pueden comprar
empresas del resto del Estado. ¿O es que en su visión de España hay
ciudadanos de primera y de segunda? Como liberal, me avergüenza que se
autoproclamen liberales cuando son unos intervencionistas. Los
auténticos liberales abogan por la mínima interferencia del Estado en la
economía las 24 horas del día y no cambian de opinión cuando resulta que
la libertad de mercado tiene consecuencias que no se ajustan a sus
prejuicios. Los auténticos liberales no dicen que cuando Caja Madrid (accionista
de referencia de Endesa) compra acciones de ésta, se trata una "sabia
operación comercial", pero que cuando es La Caixa (referente de Gas
Natural) quien compra, entonces se trata de una "inaceptable maquinación
de los separatistas catalanes". Por cierto, hablando de
intervencionismos: a diferencia del presidente de Caja Madrid, don
Miguel Blesa - otro de esos amigos de Aznar que fueron promocionados
mágicamente cuando el PP llegó al poder-, el presidente de La Caixa,
Ricard Fornesa, nunca fue compañero de oposiciones de Pasqual Maragall.
Y finalmente, como ciudadano del mundo, me repugna que algunos políticos
promuevan sistemáticamente el odio entre comunidades con finalidades
políticas miserables: lo hicieron los nazis en Alemania con los judíos,
lo hacen los fundamentalistas musulmanes con los infieles...y lo
están haciendo esos líderes extremistas del PP con los catalanes.
Lo que nos devuelve a la gaviota. Señores del ala ultranacionalista del
PP: sería bueno para todos que el símbolo de su partido volviera a ser
el ave majestuosa y elegante que representa la libertad que ustedes
dicen defender y dejara de ser, de una vez por todas, ese pájaro chillón
de tóxicos excrementos.
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació Umbele, Columbia
University y UPF www. umbele. org
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