Babas de moralina barata
LO DE VOLKSWAGEN demuestra que todos los
sistemas económicos pueden sufrir ante la avaricia de quienes los
dirigen |
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XAVIER SALA I MARTÍN - 00:00 horas
- 17/07/2005
Qué raro!: en el 2001, después de los escándalos de Enron y WorldCom,
los expertos económicos de toda Europa inundaron los medios de
comunicación con críticas al neoliberalismo salvaje (no se
olviden lo de salvaje) norteamericano calificándolo de "capitalismo
amiguista", "economía especulativa moralmente enferma" o de "sistema
depravado, plagado de empresarios egoístas que roban a trabajadores y
pensionistas". Se explicaba que los especuladores corruptos habían
utilizado los hilos que mueven el lobby energético de Washington para
que liberalizara la economía con el objetivo de evadir el siempre sano
control público. En el otro plato de la balanza se ensalzaban los
modelos europeos y, por encima de todos, el Mitbestimmung alemán,
caracterizado por el consenso entre empresarios, sindicatos y gobiernos
que, en teoría, reducía los conflictos laborales y las huelgas que
martirizaban las economías de otros países. Es posible que este consenso
sea bueno... aunque, últimamente, algunos expertos economistas alemanes
lo están poniendo en duda porque resulta que los sindicalistas pueden
perjudicar el progreso de la propia empresa. La razón es que ellos
buscan, por encima de todo, la protección de sus (repito, sus) puestos
de trabajo y el aumento de sus (insisto, sus) salarios. ¡Y es
absolutamente razonable que así lo hagan! Lo que pasa es que eso puede
perjudicar el crecimiento empresarial, la creación de riqueza y empleo
ya que los parados, al no trabajar para VW, no pueden votar contra las
decisiones que les desfavorecen. Éste no es un fenómeno extraño. De
hecho es tan conocido que los economistas Assar Lindbeck y Dennis Snower
lo bautizaron con el nombre de insider/outsider para explicar que
las demandas del trabajador que está dentro -es decir, el que ya
tiene empleo- pueden acabar perjudicando los intereses de los que
están fuera.A la vista de todo esto, no es obvio que el sistema
norteamericano sea mejor que el europeo... aunque tampoco es obvio lo
contrario.
Lo que está claro es que el debate sobre la superioridad de un sistema
debe hacerse en términos académicos como los que he descrito y no en
discusiones sobre quién es más ético. Y es que el problema de evaluar
los sistemas basándose en la moralidad de los jugadores se hace obvio
cuando uno se da cuenta de que en todas partes cuecen habas y resulta
que el monopolio del mangoneo no lo tienen los malignos
empresarios norteamericanos, sino que todos, incluso los benévolos
sindicalistas europeos, pueden caer en la tentación del mal. Lo digo
por el escándalo que recientemente está sacudiendo a la empresa alemana
(sí, sí, alemana) Volkswagen (VW), símbolo por antonomasia del tan
alabado sistema empresarial europeo. Resulta que los señores Helmut
Schuster, un dirigente de la filial Skoda; Klaus Volkert, jefe del
comité de empresa de VW, y Peter Hartz, jefe de personal, miembro del
sindicato del metal, afiliado al partido socialdemócrata alemán y amigo
personal de otro ex consejero de VW, el actual canciller Gerhard
Schröder (¡y luego dicen que el sistema incestuoso y amiguista
es el norteamericano!), están implicados en un escándalo de fraude,
corrupción y... sexo. Se les acusa de crear una red de empresas
ficticias que hacían negocios inexistentes con el fin de robar dinero a
los accionistas (entre ustedes y yo, una cosa parecida pasó en Enron y
WorldCom) y de sobornar a sindicalistas con derecho a voto en el consejo
de VW con viajes de lujo a Brasil que incluían orgías con prostitutas.
Lo que me devuelve a la frase inicial: ¡qué raro! Sí, sí, qué raro que
la misma prensa que se apresuró a condenar la ética empresarial de
Estados Unidos en el 2001 no haya tratado el episodio alemán con la
misma visceralidad.
Me dirán que la caída de Enron y WorldCom perjudicó a miles de personas,
mientras que el escándalo de VW -todavía- no. Aunque esto sea cierto, la
verdad es que lo de VW demuestra que todos los sistemas económicos
pueden sufrir ante la avaricia de quienes lo dirigen, sean éstos
empresarios, políticos o sindicalistas. La pregunta realmente importante
no es quién es moralmente superior, sino cómo reacciona cada sistema
ante los chorizos de turno, chorizos que parecen estar uniformemente
distribuidos a ambos lados del Atlántico. En este sentido, lo único
cierto es que los americanos han condenado a Bernard Ebbers, de
WorldCom, a 25 años de cárcel y a vender todos sus bienes para devolver
el dinero robado y que, con toda probabilidad, Kenneth Lay, de Enron,
seguirá el mismo camino ya que está sentado en el banquillo de los
acusados con un fiscal que pide 175 años de cárcel y una multa de 6
millones de dólares. Eso contrasta con el hecho de que VW cree haber
cerrado la crisis con las simples dimisiones de Schuster, Volkert y
Hartz. Con esto no quiero decir que el escándalo de VW demuestre que el
sistema norteamericano es mejor que el alemán. Ni mucho menos. Lo que sí
digo es que este episodio demuestra que los que sistemáticamente
critican el sistema capitalista deberían abstenerse de darnos lecciones
de ética cada vez que se produce un escándalo en Estados Unidos, a no
ser que quieran seguir haciendo el ridículo cuando resulta que los
héroes del sistema que ellos ensalzan traicionan a los trabajadores que
les votaron a cambio de dinero.
Bueno, de dinero... y de unas buenas tetas de silicona en un burdel de
Río de Janeiro. Unas tetas que, dicho sea de paso, nos recuerdan que
Europa es demasiado importante para que los intelectualoides progres la
chapoteen con sus babas de moralina barata.
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació Umbele, Columbia
University y UPF www.umbele.org |