Alianza por la libertad
A PARTIR DE NUESTRAS libertades irrenunciables
sólo hay una alianza posible: con los musulmanes moderados que
desean vivir en libertad |
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XAVIER SALA I MARTÍN - 00:00 horas
- 11/02/2006
Todo empieza en Copenhague el 30 de septiembre del 2005: el periódico de
más tirada de Dinamarca, el Jyllands Posten, publica un editorial
criticando la autocensura de la prensa danesa. Al parecer el escritor
Kare Bluitgen se ha quejado de que nadie quiere ilustrar su libro
infantil sobre el profeta Mahoma (el islam prohíbe la representación
gráfica de su Profeta y de ahí que Bluitgen no encuentre ilustradores
para su libro). Según el editorial, el problema es que la autocensura
impuesta por la prensa danesa no se debe al respeto al islam sino al
miedo a las represalias de los fundamentalistas. Para verificar su
hipótesis, el Jyllands Posten pide a 12 caricaturistas que
dibujen su visión de Mahoma y publica los resultados.
Tal como había previsto el Jyllands Posten,la reacción de los
líderes islámicos de Dinamarca es negativa: el imán de Copenhague pide
al Gobierno que castigue a los editores, pero el presidente se niega
incluso a recibirle. Irritado, el imán envía las imágenes a la cadena de
televisión Al Jezira y ésta divulga el escándalo por todo el mundo
musulmán. Como era de esperar, los clérigos más radicales piden a la
población que defienda al Profeta y miles de islamistas salen a la calle
a protestar. Se profieren gritos y amenazas, se llama al exterminio de
infieles y se alaba a los terroristas de Al Qaeda. Se incendian
embajadas, se queman banderas y se agrede a ciudadanos inocentes.
Incluso se asesina a misioneros católicos que nada tienen que ver con el
tema.
Si el Jyllands Posten publicó las viñetas de Mahoma para
demostrar que la intimidación del islamismo radical pone en peligro la
libertad de expresión de la prensa europea, la hipótesis ha quedado
ampliamente demostrada: uno de los pilares de nuestra sociedad está
peligrosamente amenazado.
Hace unos siglos nosotros los occidentales vivimos épocas oscuras,
sometidos al yugo de la Iglesia y de su santa inquisición, esclavizados
por señores feudales y reyes absolutistas. Eran épocas de violencia y
opresión. El Renacimiento, la Ilustración, la revolución industrial y
muchas guerras nos han traído libertad y democracia liberal. Hemos
construido una sociedad que separa el Estado de la religión seguramente
porque sabemos lo que pasa cuando las leyes no las hace el hombre
racional sino un intérprete de un dios. Una sociedad donde los
ciudadanos son iguales ante la ley y donde no se discrimina por razón de
sexo, raza, origen o creencia. Una sociedad que protege la libertad de
pensamiento y de expresión. No ha sido fácil: millones de ciudadanos han
sacrificado sus vidas para que nosotros podamos vivir en libertad. Y es
esa libertad la que está siendo desafiada y debemos defender.
A raíz de la polémica, el presidente Rodríguez Zapatero ha escrito una
carta, junto con el presidente turco, Erdogan, en la que, tras reconocer
que la libertad de expresión es una de las piedras angulares de nuestro
sistema democrático, dice que "no existen derechos... sin respeto por
las sensibilidades diferentes" y que "es esencial que cultivemos los
valores de respeto, tolerancia y coexistencia pacífica". ¡Qué bonito
sería el mundo si todos tuviéramos respeto y tolerancia y coexistencia
pacífica! Y si además todos lleváramos chirucas, nos cogiéramos de la
mano formando gran círculo y cantáramos We are the world, we are the
children todavía sería mejor. Pero la pregunta, señor presidente, no
es si debemos respetarnos los unos a los otros - ¡naturalmente que
debemos!-, sino qué se hace cuando un miembro de nuestra sociedad - por
ejemplo, un periodista danés- decide libremente escribir o dibujar algo
que no es respetuoso. ¿Se le castiga, sí o no? La única respuesta
democrática debe ser que no..., por muy ofensivas que sean sus palabras
o sus caricaturas. Y no sólo no lo debemos castigar, sino que debemos
protegerle para que pueda seguir ofendiendo. Porque la libertad de
expresión no se defiende protegiendo a quien dice cosas que nos gustan,
sino a quien nos ofende.
Es más, para garantizar la libertad de expresión, los gobiernos
occidentales - y el señor Zapatero preside uno de ellos- deben perseguir
a todos los intolerantes que intentan impedir con amenazas que los
ciudadanos se expresen con libertad, aunque con ello se cree más
conflicto.
Porque si el episodio de las caricaturas demuestra algo es que crece el
miedo a las intimidaciones de los extremistas, y es responsabilidad de
quienes hacen cumplir la ley acabar con la coacción.
El intelectual islamita sudanés Abdullahi Ahmed An Naim, mantiene que la
llamada ley sharia que coarta la libertad de expresión y de pensamiento
fue construida por juristas islámicos durante les tres primeros siglos
del islam y que, por lo tanto, no viene directamente del profeta Mahoma.
Sus seguidores piensan que ese puede ser un camino para reconciliar las
libertades occidentales con las enseñanzas del Corán. Aunque es de
suponer que millones de musulmanes moderados piensan así, no sabemos
cuántos son..., porque, según dice Naim, tienen miedo a decir lo que
piensan.
El presidente Zapatero quiere hacer una alianza de civilizaciones.
Fantástico. Aliémonos. Pero sobre la base de que nuestras libertades son
irrenunciables. Y sobre esa base sólo hay una alianza posible: con los
musulmanes moderados que desean vivir en libertad. Luchemos juntos
contra la intimidación de los radicales y empecemos por demostrar que no
pensamos sacrificar ni un gramo de libertad para evitar hostilidades.
Hagamos una alianza. Una alianza por la libertad.
XAVIER SALA I MARTÍN , Fundació Umbele, Columbia
University y UPF
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