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 IV. ECONOMISTAS PREMIADOS

20.
Un economista en crecimiento: Xavier Sala i Martín.

Miguel Cuerdo Mir

LA FUNDACIÓN JOSÉ CELMA PRIETO ha otorgado el Premio Rey Juan Carlos de Economía 2004 al barcelonés Xavier Sala i Martín, catedrático de Economía de la Universidad de Columbia y profesor de la Universidad Pompeu Fabra. El jurado, presidido por el gobernador del Banco de España, Jaime Caruana, destacó sus trabajos sobre crecimiento económico y desarrollo. Aunque ciertamente no es su único merito1, porque Sala i Martín ha destacado en áreas como la teoría económica de la seguridad social (Sala i Martín, 1996 y 1997b), lo que le valió en el año 2000 el Premio K. J. Arrow de la International Health Economics Organization.Tampoco su labor docente ha pasado desapercibida para los estudiantes de la Universidad de Columbia, que le otorgaron el Distinguished Teacher In Graduate Economics en los años 1998 y 1999 y, previamente, los de Yale en los años 1992 y 1995. Sin embargo, desde que se doctoró por la Universidad de Harvard con una tesis dirigida por el profesor Robert Barro, titulada On Growth and States, los trazos gruesos de su perfil investigador quedaron marcados por el crecimiento, y sus aportaciones posteriores no han hecho sino confirmarlo.

Una forma de ver reflejada esta labor es la faena al alimón con Robert Barro titulada Economic Growth (Barro y Sala i Martín, 2003). Se trata del "libro" sobre crecimiento económico. Desde su primera edición, en 1995, ha sido el manual mayoritariamente utilizado en las universidades con cursos de postgrado de crecimiento económico. En este sentido, Economic Growth tendría una proyección parecida al manual de otro catalán, el profesor Mas-Colell, cuya obra Microeconomic Theory (también en autoría compartida con los profesores Whinston y Green) es calificada por muchos de esos estudiantes de postgrado como the bible.

Economic Growth2 se sirve como la fórmula magistral de un cóctel muy creativo, muy elaborado y de pronunciado rigor analítico: tres partes de teoría y una de evidencias y contrastes que ponen a disposición del lector una completa teoría moderna del crecimiento económico a punto de cumplir medio siglo. Después de una reflexión general sobre el fenómeno del crecimiento y sus consecuencias a escala internacional, se da paso a las seminales aportaciones de Solow (1956) y Swan (1956)3. Este modelo de crecimiento, basado en la acumulación de un factor, el capital, sometido a rendimientos decrecientes, predice el estado estacionario y la hipótesis de convergencia, tan fundamental, como veremos, en las aportaciones de Sala i Martín. En el modelo, lo único que podría alterar la marcha hacia el estado estacionario –con preferencias dadas y sin movilidad de factores– es un cambio deus ex machina en la productividad total, denominado "residuo". Pero ese residuo resulta ser el que explica la mayor parte del crecimiento (Solow, 1957), y se toma, por tanto, como "medida de nuestra ignorancia" acerca del fenómeno del crecimiento. No es extraño que, siendo así, marcara la agenda de la investigación posterior y el propio declive de la teoría así planteada.

No obstante, han ido justificando su vigencia interesantes ampliaciones y modificaciones del modelo primitivo4, que en general han apuntado hacia una consideración y una medida más compleja del capital (capítulo 3). Por ejemplo, modelos con capital físico y capital humano (Barro,Mankiw y Sala i Martín, 1995), o modelos con economías externas positivas propiciadas por el gasto público o la inversión privada. Pero, sobre todo, la teoría del crecimiento va a renacer en los años ochenta del siglo pasado de la mano de los nuevos modelos de crecimiento endógeno, en los que se supera el horizonte del estado estacionario. Por una parte, modelos con una concepción más amplía del capital (capítulos 4 y 5) que, "al menos asintóticamente", evita someterse a rendimientos decrecientes: modelo de learning by investing (Romer, 1986), modelo AK (Rebelo, 1991), o modelo Uzawa-Lucas con dos sectores, capital físico y capital humano (Uzawa, 1965 y Lucas, 1988). Por otra parte, modelos de crecimiento endógeno que miran al progreso técnico (capítulo 6 y 7), bien endogeneizando el aumento del número de variedades de productos intermedios utilizados en la producción y la aparición de nuevas industrias que consiguen incrementar la productividad (Romer, 1990), bien a través de modelos de escaleras de calidad, basados en procesos de creación-destrucción de tipo schumpeteriano, consistentes en la mejora de la propia calidad (productividad) de cada variedad, y que propician una dinámica de aparición y desaparición de rentas de monopolio, incentivadora de la innovación (Aghion y Howitt, 1992). Las propias aportaciones Barro y Sala i Martín (1997) –capítulo 8– permiten ver también cómo hay países "seguidores" que incurren en costes menores cuando imitan y aplican mejoras ajenas, destacándose la estrategia del seguidor y el incentivo del líder innovador cuando hay instituciones que protegen la propiedad intelectual e industrial. El libro también tiene sitio para el estudio de los modelos que resaltan el papel de la fuerza de trabajo y las políticas en torno a la fecundidad, la inmigración, las preferencias ocio/trabajo, etcétera.

Pero si el texto de Barro y Sala i Martín brilla por ser sistemático, completo y estar plenamente actualizado en su parte teórica, en los capítulos de evidencias y contrastes adquiere un peso específico y un alto valor añadido. El libro recupera la esencia del modelo de Solow en sus versiones más novedosas, y sobre todo en los aspectos empíricos. Repasa la contabilidad del crecimiento, desde la más tradicional de Solow (1957), Denison (1962) y Jorgenson y Grilliches (1967) hasta la más novedosa del “enfoque dual” basado en precios de los factores (Hsied, 2002). Luego entra en las consideraciones analíticas de la convergencia y sus posibilidades de contrastación. Por supuesto, es aquí donde las aportaciones de Sala i Martín brillan con luz propia. Sin duda, la publicación del artículo "Convergence" (Barro y Sala i Martín, 1992) supone un cambio importante en la medición del crecimiento. En él se propone cómo cuantificar la dinámica transicional al estado estacionario, de forma que la variación en la tasa de crecimiento se pueda expresar en función de los cambios en el stock de capital de la economía. El parámetro resultante, â, es la velocidad de convergencia, calculado a partir de un valor inicial de la renta per capita. El valor â dependerá de ciertas consideraciones sobre la composición del capital: cuanto mayor sea la participación del capital en el producto, mayor será â y más alta será la velocidad de convergencia; cuanto mayor sea la cantidad de capital acumulado por la economía, menor será el valor de ese parámetro de convergencia. Por tanto, salvo mejor explicación de los modelos endógenos, la convergencia tiene un ritmo que depende de cómo consideremos el capital y un conjunto de efectos externos propiciados por la existencia de ciertas variables, que hay que definir y cuantificar.

Además, la existencia de convergencia- â es una condición necesaria, pero las diferencias en preferencias y tecnologías pueden hacer que la estación término del recorrido de cada país –renta per cápita en el estado estacionario– esté más lejos o más cerca que la de otros países en relación con el inicio del recorrido. Ese grado de dispersión final entre niveles de renta per cápita de los países, Sala i Martín y Barro lo denominan convergencia-ó (para algunos ésta es la importante: Quah, 1993). El contraste de la hipótesis de convergencia-â y convergencia- ó lo aplican a regiones de un mismo país o de un mercado común (UE) (capítulo 11). Hoy en día se cuentan por legiones los estudios realizados en el mundo a partir de estas dos medidas propuestas por Sala i Martín y el propio Barro.

Curiosamente, una dinámica transicional como la expuesta solamente queda respaldada por los hechos si se encuentran las variables de la curva de ahorro y de la curva de depreciación que expliquen esa velocidad en el crecimiento económico (capítulo 12). En una interpretación amplia, estas variables estarían en la lógica del propio modelo de Solow-Swan. En 1997 Sala i Martín publicó un artículo en la American Economic Review titulado “I just ran two million regressions” (Sala i Martín, 1997a). Se enfatizaba en el título la labor de contraste con todas aquellas variables (entre ellas la tasa de ahorro, la política de natalidad, el consumo público, la apertura de la economía, el grado de profundización democrática,…) que mostrasen una mayor "robustez". Sin embargo, la pregunta de cuáles son las variables que verdaderamente están correlacionadas con el crecimiento se la siguen haciendo en la segunda edición de Economic Growth, prueba de la inacabada búsqueda de la pista empírica del crecimiento. Aunque la sensación es que no pesa tanto una posible acusación de empirismo como las cuestiones de la "fragilidad" o "robustez" de las variables señaladas por Levine y Renelt (1992). En esa búsqueda incansable, nuestro galardonado ha buscado otros criterios de "robustez", con aproximaciones estadísticas bayesianas que superasen el criterio "duro" de "fragilidad" o "robustez" de Levine y Renelt, sustituyéndolo por otro más útil relativo al "nivel de confianza" de cada variable (Doppelhoffer, Miller y Sala i Martín, 2000).

Por último, en el libro se incorporan los trabajos últimos de Sala i Martín dedicados a la distribución internacional de la renta. El profesor Quah (1996) detectó el llamado twin peaks phenomena, por el que la renta evolucionaba desde una distribución unimodal (una única media representativa de la renta mundial) hasta una distribución bimodal (dos medias representativas para dos tipos de países, ricos y pobres), lo que ponía de manifiesto una brecha cada vez más profunda entre el mundo rico y el pobre. Lejos de esta conclusión, los trabajos de nuestro economista (Sala i Martín, 2002a y 2003) han señalado que, desde 1970, la renta individual media a escala mundial ha aumentado considerablemente, y este fenómeno ha ido acompañado de una reducción de las ratios de pobreza mundial que, lejos de resaltar una bimodalidad cada vez más acusada, ha provocado la aparición de una "gran clase media mundial", con resultados desiguales por continentes.

Más allá de Economic Growth y el debate sobre la convergencia, la relevancia de Sala i Martín se manifestó recientemente cuando el Foro Económico Mundial le pidió que elaborara, en calidad de editor y autor, y en colaboración con Michael Porter et alii, el denominado The Global Competitiveness Report (Sala i Martín, ed., 2004). Se trata de un documento de gran calado en la opinión pública internacional especializada que contiene el Índice de Crecimiento de la Competitividad, además de un análisis y una medición "[d]el potencial de las economías del mundo para conseguir un crecimiento económico sostenido a medio y largo plazo". Lo mejor de todo es que el profesor Sala i Martín tiene solamente cuarenta y dos años y, a este ritmo, todo apunta a que queda mucho por llegar y quizás, entre ello, lo mejor.

1 También sus opiniones en La Vanguardia han tenido una notable prédica (Sala i Martín, 2002b).

2 Previamente, en 1990, Sala i Martín publicó dos working papers del NBER consecutivos (Sala i Martín, 1990) como apuntes de sus clases de crecimiento económico como assistant professor en la cátedra de Robert Barro. Parecidos apuntes han tenido dos ediciones en castellano (Sala i Martín, X., 1994 y 2000).

3 No se pasa por alto que el keynesianismo –a pesar de su vocación más cortoplacista y estática– en los años cuarenta aportara su versión con Harrod y Domar. Pero el uso de una función de producción rígida –de coeficientes fijos– y un resultado inestable y pesimista favoreció que otros economistas, como Solow y Swan, buscaran caminos más flexibles, como el de la sustituibilidad entre factores de producción y, con ello, resultados distintos.

4 La mayoría ya en la versión microfundamentada de Cass (1965) y Koopmans (1965).