Suecia: ¿espejo o espejismo?
SI, EN LUGAR DE ESTAR en la Unión Europea,
Suecia estuviera en América, sería el séptimo estado ¡más pobre de
Estados Unidos! |
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XAVIER SALA I MARTÍN - 00:00 horas
- 17/02/2006
Han vuelto los Juegos Olímpicos de invierno con sus paisajes nevados,
sus palacios de hielo, sus esquiadores y sus patinadores, sus trineos
y... ¡con los miles de suecos que se ponen enfermos cada vez que hay
olimpiadas! Y es que, curiosidades de la vida, el deporte televisado
parece ser contagioso en los países nórdicos. Al menos eso es lo que se
deduce de un estudio de Peter Skogman Thoursie de la Universidad de
Estocolmo que demuestra que cuando dan deportes por la tele miles de
suecos no van a trabajar porque están enfermos. Claro que a lo mejor, en
lugar de epidemia deportiva, lo que pasa es que la benevolencia del
Estado fomenta la cara dura generalizada.
¡Cómo! ¿El Estado de bienestar por excelencia no funciona a la
perfección?
¿No habíamos quedado en que en Suecia, ese país que "ha sabido combinar
bienestar y riqueza", todo iba tan bien?
De tanto que los profesores de izquierdas nos han repetido que Suecia
era el nirvana yo casi me lo había creído...
Bien. De hecho, no. No me lo había creído. Hace tiempo que sospecho que
mucho de lo que pasa en Suecia es propaganda progresista, y lo sospecho
porque he estado ahí y lo he visto, he hablado con ciudadanos y
economistas y he analizado los datos.
Empecemos por la riqueza. Según la OCDE el producto interior bruto per
cápita sueco del 2004 era de 29.148 dólares (ajustando por el poder
adquisitivo). En comparación, el de Estados Unidos es de 36.557 dólares:
¡un 22% superior! En 1975, la renta relativa de Suecia era de 91%. Es
decir, si el PIB americano era 100, el sueco era de 91. Desde entonces,
la renta relativa bajó paulatinamente hasta tocar fondo en 1993 con un
75%. Desde entonces, se ha recuperado un poquito hasta el 79% actual.
Suecia es hoy el cuarto país más rico de la Unión Europa. ¡No está mal!
Bien, de hecho no estaría mal si no fuera porque, si en lugar de estar
en la UE estuviera en América, Suecia sería el séptimo estado ¡más pobre
de Estados Unidos!
Durante décadas, el contrato social implícito en Suecia era que tú
pagabas unos impuestos elevados y cuando te iban mal las cosas el Estado
te protegía. El problema apareció cuando una enorme crisis a principio
de los noventa dejó al sector público sin recursos, por lo que no pudo
cumplir su promesa... justo cuando los ciudadanos más lo necesitaban.
Eso despertó a muchos suecos del sueño en el que habían vivido, por lo
que echaron a los socialdemócratas del gobierno. Los liberales
introdujeron reformas y fomentaron la libertad de elección de servicios
como la escuela, la sanidad o las pensiones. Intuyendo el descontento
popular, los socialdemócratas cambiaron de plataforma hasta el punto de
que, cuando volvieron al poder, no hicieron marcha atrás sino al
contrario. A muchos les sorprenderá saber que, hoy en día, Suecia tiene
un sistema de cheque escolar y tiene una parte de la seguridad social
privatizada: dos de las políticas que más ferozmente critican los
progres españoles que tanto quieren que nos parezcamos a los
escandinavos.
Esas tímidas reformas explican la ligera recuperación de la renta
relativa durante los noventa..., pero son insuficientes para garantizar
el crecimiento futuro. Y eso preocupa, y mucho, a los propios suecos.
Los impuestos todavía son opresivos, la regulación es excesiva y el
mercado laboral es tan inflexible, que el único que crea empleo es el
sector público: en los últimos 40 años el sector privado no solamente no
ha creado ni un solo puesto de trabajo neto (repito, ni uno solo), sino
que ¡ha perdido hasta 300.000! La tasa oficial de paro es de un 5%. No
está mal. Ahora bien, me cuenta uno de los economistas más influyentes
de Suecia, el que fue presidente del comité que otorga los premios Nobel
de Economía, Assar Lindbeck, que el dato tiene trampa. Primero, por el
viejo truco de las jubilaciones anticipadas: cuando el Gobierno quiere
reducir la tasa de desempleo, se despide a unos cuantos trabajadores de
entre 50 y 65, se les pone el cartel de prejubilados y se contrata a
jóvenes sin trabajo. Como los prejubilados no cuentan como parados, la
tasa oficial de desempleo cae con la artimaña. Pero la verdad es que
todos esos prejubilados están desempleados y si los contabilizásemos
como tales, la tasa de paro subiría unos 10 puntos.
Segundo, porque el Estado es muy generoso con el ausentismo laboral por
enfermedad (hasta el punto ridículo de que uno puede pedir la baja por
razones psicológicas si no le cae bien su jefe). Si se contabilizara
como parados a los falsos "enfermos" la tasa de paro subiría otros 5
puntos. Total, que en lugar del 5% oficial, la tasa de paro real del "paraíso"
sueco se acerca más bien al 20%.
Naturalmente, todos estos abusos acaban disparando el gasto social... y
eso da alas a aquellos devotos de la socialdemocracia del sur (liderados,
cómo no, por el legendario Chupacabras) que todavía creen que un elevado
gasto social es un signo de modernidad y bienestar. En realidad,
dilapidar recursos impositivos en subsidios de paro, prejubilaciones
inducidas y falsas bajas por enfermedad no es una señal de que las cosas
van bien sino todo lo contrario: ¿o es que debemos celebrar el hecho de
que, durante esta semana, el gasto social en Suecia subirá para
financiar a todos aquellos desconsiderados que decidirán quedarse en
casa a mirar las olimpiadas estafando así a sus conciudadanos?
Muchos son los que creen ciegamente que Suecia es el objetivo que
perseguir, el espejo en el que nos debemos reflejar. Vistos los
resultados, me pregunto si es espejo o espejismo.
XAVIER SALA I MARTÍN, Fundació Umbele, Columbia
University y UPF www. umbele. org
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