Soplan Vientos de Esperanza ¿Sabían ustedes que África ha mantenido tasas de
crecimiento positivas durante 12 años consecutivos? ¿Sabían que eso no pasaba
desde… ¡nunca!? El
crecimiento ha sido tan importante y tan beneficioso, que los niveles de pobreza
extrema (el porcentaje de la gente que vive con menos de un dólar al día) han
caído desde el 46% del 1995 al 37% del 2007. ¿A qué se debe este repentino éxito económico? Hay
quien busca la causa en las subidas de precios de las materias primas que muchos
países africanos producen. Claramente, los países exportadores de petróleo
(Nigeria, Camerún, Gabón, Angola o Guinea entre otros) se han beneficiado del
desmesurado aumento del precio del crudo. Pero no
hay que olvidar que el resto de África es importadora de petróleo por lo que la
subida de los precios de las materias que exportan se ha visto perjudicado por
el encarecimiento del crudo que deben comprar. Puestos en la balanza todos los
precios, el efecto neto para ellos ha sido negativo o nulo. Si no son los precios, ¿qué explica el crecimiento
sostenido de África durante 12 años?
Yo diría que hay al menos cinco factores
importantes. Primero, por primera vez en la historia, la mayoría de países
africanos son democráticos. Cuando cayó el muro de Berlín, en África había
solamente 3 democracias. Hoy hay 23. Aunque las democracias no son inmunes a
problemas de corrupción, inestabilidad, imperio de la ley, exceso de regulación
o inefectividad del sector público (de hecho, la mayoría de países africanos
todavía tienen que mejorar mucho en este sentido), sí que es verdad que las
dictaduras tienden a ser peores en cada una de esas áreas. Las democracias
africanas son jóvenes y delicadas… pero poco a poco se van consolidando.
Segundo, después de las tan criticadas reformas del consenso
de Washington de los noventa, la situación macroeconómica africana tiene una
salud razonablemente buena: la inflación está por debajo del 10%, los déficits
fiscales extravagantes han sido eliminados y las balanzas comerciales están más
equilibradas.
Tercero, la deuda que se contrajo en los años setenta,
finalmente ha sido eliminada. Como era de esperar, las condonaciones masivas de
los últimos años no han liberado los recursos económicos que habían prometido
los profetas de la condonación. Pero sí han conseguido que los políticos
africanos ya no se quejen todo el día de la deuda y ya no tengan excusas para no
hacer los deberes. Cuarto, las nuevas tecnologías están penetrando rápidamente
por todo el territorio. La telefonía móvil, por ejemplo, está permitiendo que la
gente más emprendedora aumente los rendimientos de sus
negocios de forma creativa: los agricultores pueden
enviar sms a diversos mercados para averiguar los precios antes de emprender un
largo viaje con sus carros, lo que les permite dirigirse al sitio que les es más
favorable y ganar más dinero; los trabajadores autónomos –fontaneros, pintores,
carpinteros, etc- no tienen que estar todo el día delante de las tiendas
esperando que alguien los contrate sino que cuelgan anuncios por las calles con
el número de su teléfono móvil; los pescadores que no tienen refrigeración
mantienen los peces vivos en jaulas dentro del mar hasta que reciben el sms de
los clientes demandando producto.
Los móviles se están utilizando como bancos para
realizar transferencias monetarias (tu vas al vendedor de tarjetas de móvil, le
das 100 schillings y él te da un código secreto que tu envías a través del móvil
a algún amigo tuyo en otra ciudad; éste se dirige a otro vendedor de tarjetas de
la misma cadena, le entrega el código y, a cambio, recibe los 10 schillings;
este es un método de transferir dinero utilizado por la compañía SafariCom en
Kenia es muy efectivo e en países con pocos cajeros automáticos y menos
sucursales bancarias).
Las
nuevas tecnologías están permitiendo a los africanos saltarse algunos estadios
de desarrollo ya que están pasando de la nada a la telefonía móvil sin pasar por
la telefonía fija, lo que les ahorra costosas inversiones en infraestructura que
no se pueden permitir. Este salto les acerca a los países ricos.
Finalmente, un factor que ha contribuido al crecimiento
africano ha sido la aparición de la China. El impresionante crecimiento del
gigante asiático ha afectado a África de muchas maneras, unas positivas y otras
negativas: China es un enorme cliente con 1.300 millones de compradores, China
es un competidor con empresas que producen mucho y barato, China es un inversor
(el ahorro generado por sus ciudadanos está sirviendo para financiar proyectos
empresariales en África), China concede créditos con menos condiciones que el
Banco Mundial o el FMI, y, quizá lo más importante, China es un
modelo a seguir:
en
1975, a la muerte de Mao, China era más pobre que África y su gran éxito
económico, no sólo demuestra que se puede conseguir, sino que da pistas sobre
cómo se puede hacer.
África reúne las condiciones para salir del pozo de la miseria. No será fácil ni
automático porque estas condiciones pueden quebrarse en cualquier momento:
las
democracias africanas son frágiles (y lo ocurrido en Kenia después de las
elecciones es un trágico recordatorio que), la inflación de los países ricos se
puede contagiar, los líderes políticos se pueden volver a endeudar y la crisis
financiera de Estados Unidos puede acabar afectando a China y, por ende, a los
países africanos. No será fácil pero lo que sí que es verdad es que, por primera
vez décadas, en África soplan vientos de esperanza. La Vanguardia, 17-03-2008 Back to Sala-i-Martin's Articles EN CATALÀ Back to Sala-i-Martin's Articles EN ESPAÑOL
Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra © Xavier Sala-i-Martín, 2008
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