Crisis Financiera (2): 1929
La crisis financiera global ha sembrado el pánico sobre el
estado de la economía global. Muchos analistas comparan la situación con la gran
depresión de 1929. Se nos recuerdan episodios de inversores lanzándose por las
ventanas en Wall Street y colas de norteamericanos hambrientos mendigando por
las calles de New York. Incluso mi colega de Columbia, Joe Stiglitz, ha dicho
que la caída de Wall Street es al capitalismo lo que la caída del muro de Berlín
fue al comunismo. Las palabras de Stiglitz son una gran contribución intelectual
al debate, porque demuestran de una vez por todas que la obtención del premio
Nobel no vacuna al galardonado contra la capacidad de decir tonterías.
A ver, seamos serios: ni esta crisis financiera representa
el final del capitalismo ni estamos ante una nueva gran depresión. La situación
actual se parece a la del 29 en dos aspectos esenciales. El primero es que las
bolsas han caído. Si. ¿Y qué? Mucha gente ha perdido dinero y eso es triste.
Pero e ahí a que se avecine una gran depresión media un abismo.
Estadísticamente, los movimientos a corto plazo de las bolsas no reflejan el
estado real de la economía, especialmente durante episodios como los actuales,
en que los inversores de bolsa han entrado en un estado de histeria que les
impide ver las cosas con claridad.
Dicho esto, existen seis grandes diferencias entre la
crisis del 1929 y la actual. Primera, en 1929 los depósitos bancarios no estaban
asegurados. Cuando empezó la crisis, todas las familias corrieron a buscar sus
ahorros a sus bancos. Éstos, lógicamente, no tenían el dinero porque lo habían
prestado (ese es, precisamente, su negocio), por lo que devolvieron lo que
pudieron y cuando se quedaron sin recursos cerraron las puertas. Millones de
americanos perdieron sus ahorros. Nada de eso va a ocurrir en 2008 porque los
depósitos están asegurados, precisamente, gracias a la lección de 1929.
Segunda, en 1929 el sistema monetario se basaba en el
patrón oro, que impedía que la Reserva Federal (FED) aumentara la liquidez del
sistema si no aumentaban previamente sus reservas de ese metal. Como el oro en
manos de la FED no aumentó, ésta no pudo imprimir el dinero que desaparecía por
culpa de las quiebras bancarias. En 2008, los bancos centrales de todo el mundo
están imprimiendo dinero para dotar al sistema financiero de liquidez.
Tercera, en 1929 había deflación y los precios y salarios
bajaban continuamente. Eso hizo que las deudas familiares fueran inasumibles: si
uno tiene una deuda de 100 y un salario de 300, uno puede pagar. Pero si el
salario baja a 100 y la deuda sigue siendo la misma, uno acaba por no poder
pagar. Eso agravó los problemas financieros de los bancos. En 2008 no sólo no
hay deflación sino que hay inflación.
Cuarta, la renta per cápita de los Estados Unidos en 1929
era de unos 6.000 dólares (en precios actuales). Hoy está por encima de los
36.000 dólares. Una caída de la renta de un 25% cuando ganas 6.000 plantea
problemas serios de hambrunas. La misma caída cuando ganas 36.000 es un
problema, pero no genera desastres humanitarios.
Quinta, la reacción de los Estados Unidos ante la crisis
del 1929 fue la de culpar a los extranjeros y promover las compras de productos
americanos poniendo aranceles a las importaciones (la tristemente célebre
Smooth-Hawley tariff). Naturalmente, la reacción de los extranjeros fue la de
poner aranceles a los productos americanos, lo que desencadenó una guerra
comercial que perjudicó a todos. En la actualidad, a pesar de que queda algún
globófobo trasnochado (y peludo), no existen economistas documentados que
propongan el proteccionismo como la salida a la crisis.
Y sexta, y más importante, existe un dato en el que casi
nadie se fija pero que es clave: la tasa de retorno de las inversiones del
sector no financiero. En el año 1929, esa tasa era de 0,5%. Es decir, en 1929,
si uno invertía un dólar fuera del sector bancario, uno obtenía un retorno casi
nulo. En 2008, el retorno de la inversión en sectores no financieros es del…
¡10%! Para que se hagan una idea, la tasa de retorno media de los últimos 50
años ha sido del 7%. Este dato es muy, pero que muy importante, porque si bien
el crecimiento económico de un país no viene precedido de aumentos de la bolsa,
sí viene precedido de… ¡elevadas tasas de retorno en el sector no financiero!
Para entendernos: mientras Wall Street ha hecho sus locuras financieras,
Sillicon Valley ha seguido innovando y eso, a la larga, es lo que determina el
crecimiento de la economía. Eso quiere decir que, cuando los financieros
recuperen la cordura, el capitalismo no sólo no desaparecerá sino que la
economía Americana saldrá disparada hacia una nueva senda de crecimiento.
¡Ah! Casi me olvidaba. Les decía que había dos factores
que hacían que la crisis del 1929 y la actual fueran parecidas. Una ya se la he
comentado: las bolsas se desplomaron. La segunda: los gobiernos no se enteran de
nada. Uno se queda de atónito cuando el gobierno aprueba un plan de 700.000
millones para comprar los activos tóxicos de los bancos y una semana después
decide que el dinero se utilizará para comprar acciones. Y uno se queda todavía
más petrificado cuando ve que la explicación que dan de este cambio es que … ¡la
bolsa ha reaccionado negativamente! Que los periodistas confundan la bolsa con
la economía tiene un pase. Pero que el gobierno utiliza la bolsa para decidir su
política económica es una locura que demuestra que anda totalmente perdido. Tan
perdido como el del 1929.
La Vanguardia, 17-10-200 8Back to Sala-i-Martin's Articles EN CATALÀ Back to Sala-i-Martin's Articles EN ESPAÑOL
Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra © Xavier Sala-i-Martín, 2008
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