Crisis Financiera (3): Neo-Intervencionismo
Parece que se ven luces al final del túnel de la crisis. Lamentablemente, se
trata de los faros de un camión que viene de cara. Un camión conducido por
Sarkozy y un grupo de políticos neo-intervencionistas, con Rodríguez Zapatero de
polizonte, que dicen querer “refundar” el capitalismo.
Dejando de lado el hecho de que el capitalismo ni lo fundan ni lo refundan los
políticos sino los millones de ciudadanos que tomamos decisiones libres
diariamente (ésa es la gran diferencia con aquellos sistemas económicos
fracasados que fueron creados desde el estado), los neo-intervencionistas operan
bajo dos premisas falsas: La primera es que la crisis financiera ha sido causada
por la falta de regulación. En el artículo
Crisis (1): Qué ha pasado (LV 13 de Octubre), expliqué que las causas deben
ser buscadas en la política monetaria de bajos tipos de interés de Greenspan en
el 2001, en la intromisión del congreso norteamericano que indujo a entidades
semi-públicas como Freddie Mac y Fannie Mae a asegurar créditos a familias
subprime y a una regulación financiera , basada en la convención de Basilea, que
permitía a los bancos crear entidades paralelas, los “conduits”, con balances
separados (cosa que permitió a los bancos multiplicar los créditos concedidos de
manera ilimitada) y que obligaba a los bancos a sacarse los créditos de encima
cuando el valor de sus garantías bajaba, cosa que provocó la espiral negativa de
ventas y caídas en bolsa. La crisis, pues, no fue causada por falta de
regulación. La regulación existía y existe pero, no
sólo no ha evitado la crisis sino que ha contribuido a generarla y
agravarla.
La pregunta clave es: ¿por qué ha fallado la regulación existente? La respuesta
es que los políticos que escriben las reglas son incapaces de prever por dónde
vienen las crisis. Es muy fácil criticar al entrenador el lunes por la mañana. Y
es muy fácil ahora reescribir las normas de Basilea, obligar a que las
contabilidades de los bancos y los “conduits” se hagan de manera conjunta,
forzar a que la valoración de capital no se haga a valor de mercado para no
obligar a vender cuando la cotización baja. El problema es que todo eso será
demasiado tarde para solucionar la crisis del presente… y no resolverá las del
futuro. Porque las próximas crisis ni van estar causadas por familias subprime,
ni van a tener que ver con “conduits” o “credit default swaps”. ¿Por dónde van a
venir? Pues no lo sé. Nadie lo sabe. ¡Ése es el problema!
La segunda premisa es que los neo-intervencionistas piensan que se puede evaluar
la bondad de un sistema económico analizando sólo las crisis e ignorando sus
aspectos positivos. El sistema económico que se quiere reformar ha dado lugar el
crecimiento económico mundial más espectacular de la historia. Desde Estados
Unidos hasta China, pasando por India, América Latina e incluso África, ese
progreso económico sin precedentes ha permitido reducir las tasas de pobreza
como nunca antes había sucedido en toda la historia de la humanidad.
Si no se tiene en cuenta la parte
positiva, corremos el riesgo de que los neo-intervencionistas “refunden” el
capitalismo para evitar crisis pasadas, que no lo consigan y que, en el proceso,
se carguen algunos los motores del progreso. Y es que la razón principal que
explica el fuerte crecimiento de los últimos años es la innovación llevada a
cabo por miles de pequeños emprendedores cuyas ideas debían parecer locuras
antes de hacerse realidad: desde Microsoft hasta Intel, pasando por Google,
Starbucks, docenas de empresas de telefonía móvil o Youtube, las ideas de todos
esos emprendedores debían parecer tan “excéntricas” que ningún banco tradicional
las hubiera querido financiar. Gracias a Dios, además de bancos tradicionales el
sistema había creado instrumentos que permitían financiar empresas de alto
riesgo, y eso posibilitó el progreso tecnológico.
Un micro-cosmos que refleja las ventajas e inconvenientes de la regulación lo
tenemos en España, cuyo sistema financiero ha sido alabado por su rigidez
reguladora. Sí. Es cierto que el Banco de España impidió a los bancos comprar
activos tóxicos, cosa que evitó el contagio procedente de Estados Unidos. Pero
también es cierto que no previó que la crisis en España llegaría por otro lado y
permitió que los bancos se expusieran exageradamente al sector inmobiliario… y
ahora eso lo van a pagar. Es más, la extrema prudencia impuesta al sistema
financiero contribuyó a que la tasa de innovación en España fuera
preocupantemente baja al no poder asumir los riesgos necesarios para financiar
nuevas y arriesgadas tecnologías. Dicho de otro modo: si Sergey Brinn y Larry
Page hubieran sido españoles, Google nunca hubiera sido una realidad porque
ningún banco español hubiera financiado una idea tan aventurada. España ha
podido disfrutar de progreso tecnológico única y exclusivamente porque ese
progreso tuvo lugar en el extranjero. Si no fuera por ello, España estaría
anclada en 1970. Y, si como algunos proponen ahora, todo el mundo tuviera el
sistema financiero español, quizá hubiéramos evitado la crisis de las subprime,
pero el mundo entero estaría anclado en 1970. Y eso hubiera sido muy malo.
La crisis financiera será pasajera, pero sus secuelas pueden ser catastróficas y
permanentes si dejamos que la batalla intelectual sea ganada por los políticos
que conducen ese camión que nos viene de cara y que aprovecharán la ocasión para
imponernos sus fobias antiliberales sin tener en cuenta los peligros del
neo-intervencionismo.
La Vanguardia, 17-11-200 8Back to Sala-i-Martin's Articles EN CATALÀ Back to Sala-i-Martin's Articles EN ESPAÑOL
Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra © Xavier Sala-i-Martín, 2008
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