Entidades de Patrocinio P úblico
El mundo económico al revés: mientras en Estados Unidos, un
gobierno autoproclamado anti-intervencionista utiliza dinero público para salvar
a empresas financieras, en España, un gobierno nominalmente socialista deja que
grandes compañías inmobiliarias como Martinsa-Fadesa hagan suspensión de pagos
sin intervenir. Vaya por delante que, en general, aplaudo con
entusiasmo la decisión del gobierno español de no ayudar a empresas en apuros:
una de las leyes básicas del sistema capitalista es que cuando las empresas
hacen las cosas bien, los accionistas deben poder apropiarse de los beneficios
pero, cuando van mal, son ellos y sólo ellos los responsables de cargar con las
pérdidas. Porque si hacemos aquello de que “si sale cara gana el empresario y si
sale cruz, paga el contribuyente”,
las empresas tienden a tomar decisiones demasiado arriesgadas con perjuicio para
todos, un fenómeno que los economistas llaman “azar moral”.
¿Por qué el gobierno de George Bush ha salvado el trasero a
empresas como Fannie Mae y Freddie Mac, contrariamente a lo que recomienda su
retórica liberal? Para responder hay que repasar un poco la historia. En
los años 30, el presidente Franklin D. Roosevelt quiso facilitar el acceso de
los americanos a la propiedad de sus viviendas. Hasta entonces, cuando un banco
concedía un crédito a una familia, el contrato se quedaba en un cajón del banco
y éste recibía cada mes el pago de la hipoteca. Entonces, Roosevelt creó una
institución pública, llamada Fannie Mae, que compraba esas hipotecas a los
bancos y las vendía a inversores privados, pasando éstos a cobrar los pagos
mensuales que efectuaban las familias. De esa manera, el banco recuperaba
inmediatamente el dinero cosa que le permitía conceder inmediatamente otra
hipoteca a otra familia. Así, no sólo se multiplicaba el negocio sino que se
permitía que muchos más americanos pudieran comprar una vivienda al poder
acceder a una hipoteca.
Para atraer a los inversores, Fannie Mae los aseguraba de los posibles impagos.
Es decir, el inversor pagaba una prima de, digamos, 7.000 dólares a cambio de
que, si algún día la familia no devolvía el crédito de 100.000 dólares, Fannie
Mae le reintegraba los 100.000 al inversor. Y así, de 7.000 en 7.000, ganó mucho
dinero con esos seguros hipotecarios.
En 1970 el gobierno quiso romper el monopolio de Fannie
Mae creando una compañía hermana llamada Freddie Mac. Pasado un tiempo, las
“quasi-privatizó” a las dos.
Digo
“quasi-privatizó” y no “privatizó” porqué, a pesar de que los accionistas eran
privados, ambas empresas operaban en una especie de limbo legal que les daba
privilegios especiales entre los que destacaba la garantía implícita de que, en
caso de quiebra, el gobierno las salvaría. De hecho, Fannie y Freddie no eran y
no son ni empresas públicas ni empresas privadas sino algo que se llama
“Government-Sponsored Entities” (Entidades de Patrocinio Público). Ese
limbo legal hizo que tanto Fannie como Freddie tuvieran incentivos a asegurar
créditos por encima de sus posibilidades porque pensaban (¡o sabían!) que en
caso de problemas, el gobierno les acabaría sacando del apuro.
Durante los últimos meses, y cuando entre las dos
controlan casi la mitad de los 12 billones de créditos hipotecarios que existen
en Estados Unidos, el precio de la vivienda ha empezado a bajar, muchas familias
han empezado a no poder o no querer devolver sus hipotecas
y, claro, las empresas que habían asegurado esas
hipotecas están teniendo que pagar a los inversores el valor de los créditos
perdidos. A raíz de eso, los dos gigantes han sufrido unas pérdidas billonarias
que les ha llevado, literalmente, al borde del colapso. El pasado 14 de Julio la
administración norteamericana decidió demostrar por qué esas “empresas
patrocinadas por el gobierno” tenían privilegios especiales e intervino para
evitar su quiebra.
La pregunta clave es: ¿hizo bien en intervenir? Pues no es fácil de decir. A
favor de la intervención está el hecho de que si se deja que quiebren dos
empresas tan grandes, tan íntimamente entrelazados con el resto de la economía y
que tienen asegurada a tanta gente como Fannie y Freddie, las consecuencias para
el resto del mundo serían incalculables.
A favor de la no intervención está el argumento de que el
gobierno americano, que en estos momentos no tiene dinero efectivo, deberá pedir
un préstamo gigante para hacer frente al rescate de Fannie y Freddie y eso
comportará un aumento de tipos de interés mundiales y un perjuicio para el resto
de economías del planeta.
Las dos alternativas son malas.
¿Y qué hay del azar moral? ¿No tienen razón quienes dicen que el gobierno no
debe rescatar empresas porque, si lo hace, las demás compañías deciden tomar
decisiones demasiado arriesgadas pensando que a ellas también las salvarán? Pues
la verdad es que, en este caso la respuesta es que no porque, al estar en un
limbo legal especial, el rescate Fannie y Freddie no tiene por qué enviar el
mensaje a las empresas estrictamente privadas de que ellas también serán
rescatadas.
En este caso, Fannie Mae y Freddie Mac tenían problemas de azar moral desde que
su “quasi-privatización” durante los años 70 las dejó con status de privilegio
que les indujo a asumir los riesgos excesivos que han desembozado en el colapso
actual. Es el problema que tienen las empresas que no son ni públicas ni
privadas sino “Entidades de Patrocinio Público”. La Vanguardia, 17-07-2008 Back to Sala-i-Martin's Articles EN CATALÀ Back to Sala-i-Martin's Articles EN ESPAÑOL
Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra © Xavier Sala-i-Martín, 2008
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