Crisis Financiera (9): El Pánico Seguirá
Cuando se discutía el plan de estímulo económico de los Estados Unidos, la
presidenta del congreso, Nanci Pelosi
(demócrata), publicó un escalofriante gráfico que mostraba una caída del
empleo muy superior a la de las dos últimas recesiones (1990 y 2001). Gráfico en
mano, la señora auguró una nueva gran depresión si no se votaba su plan de
estímulo. Y el plan se aprobó.
Realmente el gráfico de Pelosi era alarmante. Pero no porque demostraba que
estamos ante una crisis sin precedentes sino por ser un ejemplo de manipulación
política sin escrúpulos (comprable a aquellos gráficos que enseñaba Zapatero en
sus debates con Rajoy que “demostraban” que, en Febrero de 2008, ¡en España no
había crisis!). La manipulación de Pelosi consistía en ignorar y esconder el
hecho de que durante el siglo XX ha habido otras recesiones peores que las
relativamente benignas del 1990 y 2001. Si se hace la comparación con todas
ellas, se ve que la pérdida de empleo actual es grande, pero no extravagante:
similar a la 1981, un poco mejor que la de 1974 y, de momento, no tiene nada que
ver con la gran depresión de los años 30.
¡Sí! Estados Unidos ha perdido casi cuatro millones de puestos de trabajo en los
últimos meses. La cosa no va nada bien. Pero no hay que olvidar que estamos
hablando de un país que tiene unos 133 millones de trabajadores (hemos pasado de
137 cuando empezó la crisis, a 133 millones en Febrero de 2009). Para que la
actual crisis fuera comparable con la gran depresión, se deberían perder no 4
sino 35 millones de empleos. De momento, eso queda muy lejos.
¿Quiere decir que es imposible que llegue una depresión? De ninguna manera. El
profesor Robert Barro de la universidad de Harvard acaba de publicar un estudio
que compara episodios de crisis a lo largo de la historia y de la geografía
mundial y demuestra que, cuando las crisis económicas van acompañadas de
colapsos de la bolsa, la probabilidad de que haya una depresión aumenta. Barro
estima que la probabilidad de que la actual crisis se convierta en gran
depresión es del 20%.
En el artículo “Crisis (2): 1929” publicado aquí el 17-X-08, decía yo que la
crisis del 2008 tenía algunos aspectos similares a la de los años treinta (el
más similar era, precisamente, la caída de la bolsa), pero también muchas
diferencias. El problema es que algunas de éstas están empezando a desaparecer
por lo que la posibilidad de depresión está aumentando. Por ejemplo, desde
entonces, una preocupante ola proteccionista, parecida a la que provocó la gran
crisis del 29, está invadiendo el planeta.
Otra diferencia entre 1929 y 2009 es que han pasado 80 años y hemos acumulado
experiencias y conocimientos económicos. Lamentablemente, nuestros líderes
parecen estar haciendo caso omiso de todo lo aprendido. Por ejemplo, a lo largo
de las últimas décadas, los economistas han demostrado que era bueno que las
políticas económicas siguieran “reglas” y no fueran dejadas a la “discreción” de
políticos en estado de pánico. Claramente, este principio se ha abandonado.
Segundo ejemplo, si los instrumentos de política económica utilizados son
“inestables”, se crea todavía más inestabilidad. Es decir, es bueno que los
tipos de interés bajen cuando hay crisis. Pero si bajan demasiado, se crean
burbujas financieras que dan lugar a crisis todavía mayores (en parte, la crisis
actual es consecuencia de la política de intereses bajos llevada a cabo por
Greenspan para salir de la recesión del 2001). Es bueno que el gasto público y
el déficit fiscal suban cuando hay crisis, pero si se disparan hasta límites
insostenibles, acaban desestabilizando la economía. Principio también
abandonado.
Tercer ejemplo, las políticas económicas deben ser “sostenibles”. El déficit
fiscal de Obama es mayor que la suma de todos los déficits de todos los
presidentes de la historia, desde George Washington hasta George W. Bush. Eso
está generando tal incertidumbre que los mercados de seguros financieros (“credit
default swaps”) ya empiezan a señalar que la probabilidad de que el gobierno
Norteamericano no pueda hacer frente al
pago de intereses en los próximos 5 años ha pasado del 0% histórico a más
del 6% en la actualidad. ¿Se imaginan la catástrofe económica global que
significaría que el gobierno americano –en la actualidad, la única entidad en la
que los inversores de todo el mundo confían a la hora de invertir-
se comportara como una república bananera y no pudiera pagar sus deudas?
Finalmente, hemos aprendido que la confianza es importante. En la actualidad hay
dos razones que llevan a la gente a no gastar. La primera, la falta de crédito
derivada del colapso del sistema financiero. La segunda, y quizá más importante,
la falta de confianza en el futuro: las familias no consumen porque tienen miedo
a perder el empleo y las empresas no invierten porque tienen miedo a
no vender. Y aquí es donde los líderes políticos, como Nancy Pelosi,
juegan un papel importante: su burdo intento de infundir miedo entre los
electores para conseguir su mezquino objetivo político es extraordinariamente
irresponsable porque hace cundir el pánico y eso agrava la situación. Claro que,
si bien no es bueno que los políticos se pasen por exceso, tampoco lo es que se
pasen por defecto. Solbes y Zapatero también perjudican la economía con su falso
optimismo de predicciones sistemáticamente fallidas y diagnósticos
flagrantemente equivocados.
Los líderes deben liderar de manera creíble, equilibrada y responsable. Mientras
no lo consigan, el pánico seguirá.
La Vanguardia, 11-03-200 9Back to Sala-i-Martin's Articles EN CATALÀ Back to Sala-i-Martin's Articles EN ESPAÑOL
Xavier Sala-i-Martín és Catedràtic de Columbia University i Professor Visitant de la Universitat Pompeu Fabra © Xavier Sala-i-Martín, 2008
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