El País Digital
Miércoles
9 agosto
2000 - Nº 1559


ECONOMÍA / TRABAJO
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XABIER SALA • CATEDRÁTICO DE ECONOMÍA EN BARCELONA Y NUEVA YORK

SOLEDAD GALLEGO-DÍAZ,


Xabier Sala (V. Giménez).

Xavier Sala tiene 37 años y fama de liberal irreductible, enfant terrible de la economía española. Seguro que todo eso es verdad, pero también que hay estudiantes norteamericanos que se trasladan a Barcelona, a la Pompeu Fabra, para poder hacer el doctorado con él y que probablemente ha pasado más horas que sus detractores pensando cómo ayudar en la lucha contra la pobreza en el mundo. Es crítico con las ONG y con los gobiernos, se irrita por el despilfarro que se está cometiendo en Rusia y presiona para que Aznar participe en nuevas formas de ayuda al desarrollo. Sala tiene una actividad inagotable: da medio año clases en la Pompeu y otro medio año en la Columbia University, de Nueva York, y además encuentra tiempo para trabajar en el Fondo Monetario Internacional.

Pregunta. Tres mil millones de personas viven en la extrema miseria. ¿Es responsabilidad de todos que esa pobreza desaparezca?

Respuesta. No entiendo de temas éticos o morales. A mí, personalmente, me interesa el tema e intento hacer lo que puedo, pero no voy a ser el que acuse a quien no le importe de mala persona. Creo que estoy capacitado para pensar sobre estos temas y para ayudar y, por tanto, lo hago. Es tonto plantearse la economía, como mucha gente hace, en términos de que los liberales son gente insolidaria. La pregunta es qué hacemos, no quién es moralmente superior. Además, hay que saber que los afectados por la pobreza extrema no tienen siquiera la capacidad intelectual para pensar en estos problemas. Desde ese punto de vista, tenemos que ser nosotros, que hemos tenido el privilegio de estudiar en países ricos, quienes analicemos estos problemas.

Y además de pensar, ¿tenemos que ayudarles económicamente?

¿Obligación de ayudarlos económicamente? No sé, pero sí creo que es posible dar determinadas ayudas, no a la ligera. No se trata de regalar a lo loco, porque todos sabemos lo que ocurre con esas ayudas. Perjudican.

¿Hay algunas propuestas dignas de apoyar?

Hay un tema que me interesa mucho y en el que trato que el Gobierno español se implique. Uno de los problemas que tienen los países pobres es que necesitan tecnologías diferentes y esto se ve claramente en el sector de la sanidad. Tienen enfermedades específicas; por eso no se benefician de la investigación que se hace en el primer mundo. A ellos no les importa qué se está averiguando sobre el cáncer de próstata, simplemente porque no llegan vivos a los 65 años, que es cuando más aparece esa enfermedad. Tienen problemas específicos de su clima, de su país, como son la malaria o la tuberculosis. Pero las empresas farmacéuticas sólo hacen investigación en temas que les van a reportar dinero. Si como subproducto, beneficia a los africanos, pues, mira, fantástico. En el caso de la malaria, ni eso, porque esa enfermedad sólo se da en países tropicales. De las mil trescientas patentes médicas que se han registrado en los últimos años, sólo trece estaban relacionadas con enfermedades tropicales.

Luego ¿nunca habrá vacunas contra la malaria?

Las empresas no investigan en la vacuna de la malaria por dos cosas. Una, los países pobres que la necesitan no la van a poder comprar. Y dos, es casi seguro que habrá una gran presión para que esa empresa la dé gratis. ¿Qué hace? Pues estudia la disfunción eréctil y se inventa la viagra. Así que cinco millones de personas se mueren anualmente de malaria y al mismo tiempo nosotros nos inventamos la viagra, para que los hombres ricos pasen unas horas de felicidad. No puede ser.

¿Por qué no? Económicamente es razonable y ya ha dicho que no se trata de ética.

Bueno, es atroz. Ya está. Y encima creo que tiene solución. Se trata de que los países ricos den dinero, pero no a un país pobre, sino que lo pongan en un fondo que se dedique a comprar la vacuna. La idea es decir aquí tengo un fondo; una vez que se invente la vacuna yo voy a comprar, digamos, 50 millones de dosis a 1.500 pesetas unidad, una cantidad que parezca razonable. Con esto, primero, se dan incentivos a los investigadores. Como jugamos en el mundo económico en el que vivimos y no en uno de hadas, las empresas farmacéuticas van a ver millones de dólares que están esperando a quien lo logre. Además, si no se inventa la vacuna, no se gasta el dinero; y tercero, el dinero no va al dictador de turno, que se lo gastaría en una guerra absurda.

¿Esos fondos ya están en marcha?

Estados Unidos acaba de aprobar mil millones de dólares para este proyecto. Y el presidente del Banco Mundial ha decidido poner otros mil millones de dólares en este sentido. Yo creo que el Gobierno español podría hacer una cosa parecida en otro sector. Por ejemplo, en agricultura. Estos países tienen climas áridos o donde llueve torrencialmente, y las variedades de cereales que se conocen no pueden producir suficientemente. Se podría hacer investigación en ingeniería genética para encontrar una variedad que resista ese clima y organizar un fondo destinado a la universidad o empresa que encuentre este cereal. El Gobierno español podría destinar dinero para este propósito.

Todo parece muy simple, ¿por qué no se ha hecho antes?

Porque la gente que cree estar a favor de los países pobres, normalmente dice al mismo tiempo que está en contra de los mercados. No quieren que las empresas se forren a su costa. Siempre proponen que el gobierno haga donaciones, entregue dinero a una ONG o financie estudios en una universidad. Y eso no funciona.

¿Es mejor dar el dinero a la empresa que a la universidad?

O dárselo a la universidad, pero de otra forma. Voy a comprar 5 millones de unidades de una pastilla para curar algo. Si la inventa la Universidad de Salamanca, pues el dinero para ella. Yo lo que quiero es una pastilla determinada. Me da igual quien me la ofrezca.

¿En la universidad, el mismo dinero da para menos?

Da para mucho menos. Hay esa visión igualitarista de la vida: si le das a la Complutense, cómo no le vas a dar a la Autónoma... Hombre, tanto dinero para los médicos, ¿y los farmacéuticos?, ¿y la literatura española?....

¿Cree usted que hay que luchar también contra la pobreza como fenómeno social?

Yo soy bastante liberal; pero creo que las economías donde los pobres se sienten desprotegidos tienden a dar problemas. Aunque los ricos se hagan más ricos, los pobres tienen que creer que son parte del fenómeno. Indonesia consiguió durante 37 años, con una dictadura, un incremento del nivel de vida notable. Había grandes desigualdades, pero los pobres creían que tenían su parte. Cuando llegó la última crisis e impulsados, equivocadamente, por el FMI, redujeron el subsidio del queroseno y de los alimentos; los pobres se sintieron desahuciados. Se mantuvieron los tipos de interés, pero se revolucionaron las calles, cayó el presidente y la crisis fue peor que en ningún otro sitio.

La desigualdad es mala para un país...

Sobre todo, las grandes desigualdades son malas en los países pobres porque hay revoluciones y guerras. Eso es malo para los ricos y para los pobres. Los que van al frente son chicos de 14 años, pobres e ignorantes. En los países ricos es otra cosa. Hay algunos en los que hay mucha desigualdad, pero aún en los más desiguales no existe riesgo de revoluciones, porque hay una cierta cohesión social y eso se consigue con instituciones (una de ellas es la democracia) y con esa posibilidad de estar mejorando tú también.

¿Aprendió el FMI de lo que sucedió en Indonesia?

Indonesia ha enseñado mucho. Aunque temo que ahora se estén cometiendo peores errores con Rusia. El 4 de agosto de 1999 todo el mundo sabía que los 4.500 millones de dólares que enviaba el FMI iban a desaparecer en manos de oligarcas ladrones. Y así ocurrió. Al día siguiente. Muchas veces las decisiones se toman no por razones económicas, sino por cuestiones políticas. Los economistas llevan tiempo diciendo que no se entregue un duro más a Rusia, porque es como una aspiradora y no da muestras para emprender las reformas, como la fiscal, que precisa. Supongo que prevalecen cuestiones políticas, por eso de que es una potencia nuclear.

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