Cataluña  

Libros y rosas aguantaron el tirón del fútbol

SERGI DORIA

Doce horas de libros y rosas. Doce horas de tránsito de escritores de una a otra parada para firmar ejemplares. De nueve a nueve: desde la foto de familia a las dedicatorias a los lectores. Si la primera mitad de la jornada de Sant Jordi tenía el éxito asegurado, se temía que el ritmo decreciera a última hora, con el duelo Barça-Real Madrid. Pero los libros y las rosas aguantaron el tirón.

BARCELONA. Nueve de la mañana. Los libreros dan los últimos toques a los tenderetes engalanados y dosifican cada espacio al centímetro: ¿dónde encajar tantas novedades? Cifras de Sant Jordi: más de seiscientos puestos de venta -casi la mitad de ellos en Barcelona-, cinco millones y medio de rosas, el diez por ciento de la facturación de todo el año. Más de 18 millones de euros en ventas. Más de mil novedades editoriales: Publicamos el doble que Alemania, que tiene una tasa de lectura notablemente superior a la nuestra.

En la plaza Universidad, un autobús invita al transeunte a una revisión oftalmológica, pero la gente pasa de largo y se detiene en una cola que serpentea entre los bancos: un diario gratuito obsequia una rosa con cada ejemplar. Rosas gratuitas que compiten con las paradas improvisadas por estudiantes de Medicina, boy-scouts, gitanos y pakistaníes.

Día azul con alguna neblina. Más previsiones, en este caso futbolísticas: se dice que la euforia del libro y la rosa decaerá a eso de las ocho cuando comience a rugir el partido del Barça y Madrid de la Champions League. En el hotel Regina de la calle Bergara se organiza por tercer año el desayuno de los escritores. Cruasanes, zumos de naranja y cafés para afrontar la jornada peripatética de la firma y las multitudes. Lucía Etxebarría se nos cruza ataviada con un vestido negro de estilo oriental. Vemos al peluquero Lluís Llongueras, Angel Casas con gafas ahumadas conversa sobre su libro de posguerra «Fred als peus». La sala se va llenando de rostros familiares en el mundo de papel: Albert Salvadó, Eva Piquer, Màrius Carol, Joan Agut, Maria de la Pau Janer, Rafael Vallbona, Rosa Regàs, Maria Barbal, Ana M. Moix, Gustavo Martín Garzo, Santiago Tarín, Fernando Sánchez Dragó, y el economista Xavier Sala Martín destaca con su americana verde fluorescente...

El presentador del acto suplica atención, pero el runruneo de escritores y periodistas ahoga sus tentativas. Coincidimos con Toni Sala, autor de «Petita crónica de un professor a secundària»: el ambiente recuerda a una clase la mañana del lunes, cuando los alumnos están más ocupados en contarse sus cosas que en la jornada lectiva.

Al final, llega el silencio, lo justo para anunciar la esperada «foto de familia». Los fotógrafos toman posiciones. Los escritores hacen lo mismo. El más diligente es Albert Salvadó y en menos de un minuto se va incorporando una pléyade de autores, hasta conformar una formación que parece emular una plantilla futbolística a principio de temporada, nutrida y sonriente.

Tras la fotografía, la organización entrega a cada escritor un regalo y una rosa. David Castillo llega tarde. Ha estado con la gente de su barrio, escenario de su novela «No miris enrere», premio Sant Jordi y uno de los títulos que encabezarán las ventas del día. Màrius Serra, autor de «Verbàlia. com» nos enseña una camiseta roja con un parche de velcro con letras que pueden pegarse en una combinatoria infinita: agradará a sus incondicionales. Susanna Rafart, galardonada con el Carles Riba por su poemario «Pou de glaç», nos obsequia con un verso sobre «l´obscura rosa fonètica, / la rosa sense oxigen, / cranial, la que defuig / néixer i morir / en els camps àrtics / de la pàgina en blanc».

Cercas, cercado

Once y cuarto de la mañana. pistoletazo de salida. El Sant Jordi´2002 despega. En el paseo de Gracia, Javier Cercas ve ante sí una cola de lectores que quieren coronar su lectura de «Soldados de Salamina» con la rúbrica del autor; a su vera, firman con menos agobios Lucía Etxebarria y Pilar Rahola. Cercas no para. El día anterior había recibido el premio de la revista «Qué leer»: su novela, junto al «Baudolino» de Umberto Eco habían sido las preferidas por los lectores.

La temperatura va subiendo grados y, dentro de poco, los taxis se convertirán en el vehículo más anhelado de los escritores en tránsito. Mientras tanto, la geografía de la firma se impone con una toponimia frecuentada por la ciudadanía. Ramblas, Paseo de Gracia, plaza Cataluña, Diagonal, Portal de l´Àngel. Más de un centenar de escritores se entregarán al ritual de cada año. Nueve de la noche. Se esperaba que la jornada languidecería al caer el crepúsculo cuando sonarán los clarines del Camp Nou, pero la sociedad literaria aguantó dignamente el tirón del fútbol con una rosa y un libro bajo el brazo. Llegada la hora del balance, los más vendidos confirmaron, un año más, las expectativas.