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LIBROS, MÚSICA Y ARTE
El liberalismo no es pecado
La Vanguardia - - 08.40 horas - 05/07/2001
MIQUEL PORTA PERALES
ÀLEX GARCIA
El economista Xavier Sala i Martín fotografiado la semana pasada

ENSAYO "Economia liberal per a no economistes i no liberals"
Xavier Sala i Martín
PRÓLOGO DE JOAN OLIVER PÒRTIC / DÈRIA 283 PÁGINAS 2.750 PESETAS


El ciudadano que acuda a cualquier librería con el propósito de adquirir una monografía simplemente informativa sobre el liberalismo en general, y la economía liberal en particular, lo tiene francamente difícil. Con suerte, encontrará el clásico "Capitalismo, socialismo y democracia", de Joseph A. Schumpeter, "La revolución capitalista", de Peter Berger, o "Anatomía del antiliberalismo", de Stephen Holmes. En cambio, lo que dicho ciudadano sí encontrará es una apabullante lista de títulos en los que diversos autores (Ignacio Ramonet, Joaquín Estefanía, Viviane Forrester, Richard Sennett, Anthony Giddens, Susan George, Pepa Roma o José Bové) critican duramente el liberalismo y la economía de mercado. ¿La razón? Según dicen, el liberalismo es el culpable de todos los males, desde la miseria del Tercer Mundo hasta la destrucción del medio ambiente pasando por el cambio del carácter del individuo.

Así las cosas, ¿quién se atreve a escribir un libro razonado sobre el liberalismo? ¿Quién se atreve a mostrar que la economía liberal no es la perversión intrínseca? ¿Quién demuestra que el liberalismo económico es el mejor sistema conocido hasta hoy? Toda esta tarea la lleva a cabo, con brillantez, el economista y filósofo Xavier Sala i Martín en "Economia liberal per a no economistes i no liberals". Como corresponde a toda introducción a una determinada materia, pone a nuestro alcance lo que podríamos denominar el qué y el cómo de la economía liberal. Pero que nadie crea que ha escrito un manual al uso. A nuestro economista no le interesa recitar conceptos, sino desvelar las claves de un sistema económico y evaluar también el objeto de divulgación. Con una claridad meridiana y con fino sentido del humor, cumple el doble propósito: el lector llega a ver que el afán de lucro individual propio de la economía liberal, que sólo puede realizarse cubriendo las necesidades del comprador, da lugar al bienestar de los ciudadanos; que la iniciativa del individuo es más poderosa y creativa que la de cualquier gobierno, por muy cargado de buenas intenciones que esté; que junto con la iniciativa privada, hay que respetar la competencia y el libre funcionamiento de precios para que el sistema funcione; que la intervención del Estado y del gobierno debe limitarse a la corrección de los abusos del mercado, a la lucha contra el monopolio y a la garantía de la igualdad de oportunidades; que el comercio internacional sin barreras proteccionistas es la mejor alternativa para intentar superar la miseria del Tercer Mundo; que la condonación de la deuda externa sirve de poco si no se consigue que los países deudores construyan una economía estable. Y si decimos que el lector "ve" todo eso es porque Sala i Martín no habla por hablar, sino que pone ejemplos que visualizan lo dicho. Y lo que el lector también ve es que, sacando a colación las palabras de Paul Krugman citadas por el economista catalán, "el espíritu mercantil y el afán de lucro han hecho más bien para muchísima más gente pobre que toda la ayuda humanitaria y todos los créditos blandos concedidos por todos los gobiernos y todas las ONG del mundo juntas". Palabras que el autor remacha con la siguiente declaración: "Es precisamente porque me interesa eliminar la pobreza del Ter-cer Mundo por lo que soy liberal".Quien afirme que tras esta declaración se esconde la provocación de un neoliberal salvaje debe demostrar con hechos, y no sólo con la retórica al uso, lo contrario. Y también debe mostrar cuál es su alternativa. Ese es el reto que plantea a todos los críticos de la economía de mercado. Si en 1884 el eclesiástico Fèlix Sardà i Salvany publicó "El liberalismo es pecado", ahora el laico Xavier Sala i Martín edita un trabajo que evidencia que el liberalismo no es pecado y que, incluso, resulta virtuoso. Frente al maniqueísmo, el catastrofismo y el visceralismo de los viejos y nuevos antiliberales, este libro es lo más parecido a una bocanada de aire fresco.




[Viernes, 1 de junio de 2001]



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