Capítulo 3: La hegemonía cristiana en la península (siglos XIII-XV)

conversos, cristianos nuevos (y viejos), cripto-judíos, marranos

Los conversos eran judíos que se habían convertido al cristianismo o sus descendientes. Se llamaban también “cristianos nuevos” en contraste con los “cristianos viejos”, es decir, los que supuestamente no tenían antepasados judíos. Tras los pogromos de 1391, hubo una oleada de conversiones, creando de repente un numeroso grupo social que antes realmente no había existido. Los conversos lógicamente conservaron el mismo estatus social que sus antepasados (en su mayoría comerciantes y profesionales). No obstante, hay que destacar que en el siglo XV algunas prominentes familias conversas también se unieron por matrimonio con familias nobles.

A finales de siglo, los conversos eran acusados cada vez más a menudo de judaizar o de ser “cripto-judíos”, es decir, de mantener los ritos y observancias de los judíos secretamente aunque se llamaban cristianos. Seguramente hubo muchos casos de conversos judaizantes, ya que algunos aspectos clave del dogma católico (la Trinidad, la divinidad de Jesucristo, el culto a la Virgen y a los santos) eran abominaciones para los judíos creyentes y la conversión forzosa no resulta la manera más adecuada de conseguir la adhesión a nuevas creencias. No obstante, estas acusaciones tenían más que ver con el antisemitismo de los acusadores y con resentimientos propios de los conflictos entre clases socioeconómicas. La alegación de que hubo un gran número de judaizantes fue la excusa para la creación de la Inquisición. A los supuestos cripto-judíos se les designaba por el nombre ofensivo de marranos, es decir, “cerdos”.