Capítulo 3: La hegemonía cristiana en la península (siglos XIII-XV)

feudalismo

En un sentido estricto, recibe el nombre de feudalismo el sistema social y político que durante los siglos X al XIII se desarrolló en la Europa occidental, surgida de la desmembración del imperio carolingio. En un sentido más amplio, puede referirse a cualquier estructura social que tenga analogías con el feudalismo histórico medieval.

La extensión del sistema de patrocinio, propia del último periodo de la sociedad romana, creó el vasallaje, por el cual el hombre libre se comprometía a luchar por un señor recibiendo de él tierras y protección; el vasallo debía a su señor, sobre todo, fidelidad, dependencia de origen germánico que unía a dos hombres; a su vez, el señor tenía el deber de protegerle, y si no lo hacía así, el vasallo adquiría el derecho de salir de su amparo. Este lazo de dependencia personal entre vasallo y señor constituye el eje central de las relaciones sociales en el feudalismo.

Es necesario resaltar también los aspectos que definen al feudalismo como un sistema económico de producción basado en una agricultura y ganadería de autoconsumo que genera una sociedad estamental. Cada feudo tenía que autoabastecerse, es decir, producir todo lo que necesitaba para su vida ordinaria, tanto en la alimentación, como en el vestido y las herramientas usadas para las actividades de producción. En un feudo existían dos tipos de posesiones: las tierras del señor y las de los vasallos. Las primeras eran administradas por los vasallos, súbditos nobles del señor feudal; en ellas los siervos trabajaban en un régimen de semiesclavitud cultivando los campos del señor; en el feudo señorial existían además campos y bosques que frecuentemente eran usados comunitariamente. En las tierras del señor se encontraba el castillo, que era el verdadero centro económico, militar y de poder del feudo. Las tierras de los siervos eran las tierras de cultivo propiedad del vasallo; cada uno tenía unas viviendas y unos campos de cultivo de los que vivían los siervos y sus familias y pagaban los impuestos civiles y eclesiásticos que le correspondían.

De acuerdo con esta estructura económica la sociedad feudal estaba dividida en dos grandes categorías o estamentos: el de los privilegiados, integrado por la nobleza y el clero, y el de los no privilegiados, formado por siervos y pequeños propietarios vasallos de los grandes señores. Los primeros eran los grandes latifundistas y su tarea social primordial era la defensa de la sociedad, bien mediante la acción de guerrear (defender con las armas) o la de rezar (defender con la oración). A cambio de tan elevada misión tenían numerosos privilegios (no pagar impuestos, llevar armas, no trabajar, impartir justicia, etc.). Los altos cargos eclesiásticos (obispos y abades) solían estar equiparados a la nobleza terrateniente. Los no privilegiados constituían una gran masa de campesinos que eran los encargados de trabajar las tierras para mantener a los otros dos estamentos no productivos. Esta sociedad es la llamada sociedad estamental, en la que las personas que integran cada estamento o estrato tienen un común estilo de vida o la misma función social; se trata de una sociedad fuertemente jerarquizada, donde la minoría privilegiada imponía su autoridad a una gran masa de campesinos que mantenía a toda la estructura.

El feudalismo, que tuvo su centro en Francia, irradió con más o menos fuerza por todos los ámbitos del reino carolingio. En España, sólo Cataluña conoció el régimen feudal propiamente dicho; en Castilla y León se adoptó un sistema feudal menos puro en torno al señorío.