|
Se ha debatido el posible significado de Las meninas, un cuadro sumamente enigmático —algo por otra parte muy del gusto de la época—. Evidentemente es una meditación sobre el arte de la pintura y la relación entre el pintor, su tema, sus materiales, sus patrocinadores y su público. Puede verse como un orgulloso autoelogio por parte de Velázquez, pero la presencia de las figuras humildes del cuadro (las meninas, los enanos y el perro) y la humanidad con la que se les representa puede templar la acusación de soberbia. Además, en la pared al fondo, se ven dos cuadros que se han identificado como los de su yerno Juan Bautista Martínez del Mazo: son copias de cuadros de Rubens con escenas de las Metamorfosis de Ovidio, una de las cuales es la historia de Aracne, castigada por retar a Minerva, la diosa de las artes manuales, una especie de historia moralizante sobre los peligros del atrevimiento del artista.
A menudo se ha afirmado que los propios reyes están reflejados en el espejo al fondo, pero un examen más cuidadoso —teniendo en cuenta las reglas del perspectivismo y la dirección de las líneas del cuadro— revela que de hecho lo que se ve reflejado es la imagen de los reyes, es decir, el cuadro que Velázquez está pintando, iluminado por la ventana abierta a la derecha. (Véase el diagrama al final.)
El dramatismo de la escena tiene que ver precisamente con nuestro papel dentro del cuadro como espectadores: Velázquez graba aquí el momento en que alguien entra en la habitación, atrayendo de repente la atención de algunas de las figuras (el pintor, la infanta, la menina a su derecha y la enana). No por eso pierde su profundo sentido de intimidad. Nos ofrece una visión privilegiada de la vida de palacio. |