Capítulo 7: El imperio en crisis (siglo XVII)

moriscos y moros (y mudéjares, mozárabes, y muladíes): un último recordatorio

En los siglos XVI y XVII, morisco y moro son los únicos términos relevantes ya de esta serie de palabras que empiezan por m y que reflejan la compleja historia religiosa y cultural de la Península Ibérica. Los moriscos (de moro + -isco) eran los descendientes de los musulmanes de al-Ándalus residentes en Iberia tras la caída de Granada en 1492, en teoría cristianos pero que a menudo mantenían costumbres y creencias musulmanas en privado. En los siglos XVI y XVII, la palabra moro (del latín, maurus, "nativo de Mauritania") es en realidad aplicable únicamente a los habitantes musulmanes del Norte de África, aunque también solía significar "musulmán" en general: la población musulmana de las Islas Filipinas, por ejemplo, que por supuesto no tiene ninguna relación étnica con los norafricanos, se llamaban (y siguen llamándose hoy en día) moros según esta práctica. La palabra en cambio no se aplicaba a los turcos. En todo caso, debido a la poca precisión del término (y su fuerte connotación despectiva hoy en día cuando se aplica a los marroquíes emigrantes en España), es recomendable evitarlo incluso cuando se quiere hablar de los norafricanos musulmanes de los siglos XVI y XVII.

 

(Un repaso: mudéjar, del árabe mudajjan—"al que le ha sido permitido quedarse"—, se refiere a los musulmanes que en la Edad Media se quedaron en territorio crisitiano sin convertirse; mozárabe, del árabe must'arab —"casi árabe" o "arabizado"— se refiere a los cristianos que en la Edad Media se quedaron en territorio musulmán sin convertirse pero adoptando aspectos de la cultura andalusí, incluida la lengua árabe; muladí, del árabe muwallad —"mestizo"— se refiere a los conversos, cristianos o judíos, a la fe musulmana.)