Capítulo 1: La Ilustración en España e Hispanoamérica (siglo XVIII)

Arquitectura del siglo XVIII: barroco versus neoclasicismo

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Barroco tardío

En las artes, el llamado estilo barroco, que surge primero en Italia en el siglo XVII y rápidamente se adopta en el resto de Europa, sigue dominando durante gran parte del siglo XVIII. Los arquitectos barrocos del siglo XVIII desarrollan un estilo cada vez más elaborado, con formas geométricas inusitadas (como parábolas y elipsis), estructuras curvilíneas, abundante ornamentación y gran teatralidad. Una variante del barroco tardío del siglo XVIII suele denominarse rococó, de una palabra francesa que significa "piedra irregular". De hecho, los típicos motivos ornamentales del rococó ("rocallas", del fr. rocaille) suelen ser irregulares, como el que se ve en la primera imagen a la derecha. El estilo rococó, que se popularizó primero en Francia, de cuya monarquía provenían los reyes Borbones de España, se caracteriza por su extrema ornamentación y opulencia. En contraste con el barroco típico del siglo XVII en el que a menudo la oscuridad desempeña un papel importante (por ejemplo en el juego de luces y sombras conocido como claroscuro o tenebrismo), en el rococó y el barroco tardío en general, la luz suele dominar. En España este gusto por la ornamentación recargada es notable ya a principios de siglo, cuando tres hermanos arquitectos de Madrid, José, Joaquín y Alberto Churriguera, gozaron de enorme éxito. (El estilo asociado con estos arquitectos se denomina churrigueresco.) La segunda imagen arriba es del "Retablo del Cristo de las Batallas" en una capilla de la catedral de Salamanca, obra de Alberto Churriguera de 1734.

Las otras imágenes son de varios edificios de España y América. Muestran el gusto de hacia mediados de siglo por el estilo recargado del barroco tardío:

—el palacio de La Granja (1721-34), construido para Felipe V y que refleja el refinamiento de la nueva monarquía de los Borbones (se le ha llamado el "pequeño Versailles" de Felipe V);

—los jardines del palacio de La Granja;

—la catedral de Murcia (1736-53) y la "fachada del Obradoiro" de la catedral de Santiago de Compostela (1739-50);

—dos imágenes de la sacristía (1727-64) de la Cartuja (monasterio cartujo) de Granada con su extremada ornamentación: el altar y una cúpula;

—la fachada de la Iglesia de la Compañía en Quito (1722-65) y la de la iglesia de Santa Prisca en Taxco, México (acabada en 1748);

—la fachada del Sagrario (1749-68), anejo a la catedral de México, y la iglesia de São Francisco de Assis en São João del-Rei (Minas Gerais, Brasil) del arquitecto brasileño Aleijadinho (1774).

rocalla. retablo Churriguera
La Granja
La Granja
Catedral Murcia. Obradoiro (Compostela)
Cartuja Granada. cúpula Cartuja
Iglesia Compañía Quito. Sta. Prisca México
Sagrario cat. México. San Francisco Aleijadinho

Palacio Real de Madrid (1738-1755)

palacio Madrid. palacio Madrid
salón Palacio Real

El gran Palacio Real de Madrid (1738-55; ocupado por Carlos III en 1764) muestra un estilo barroco más sobrio y clasicista. En su diseño se han visto ecos de las fachadas barrocas del Palacio del Louvre en París. La decoración del interior, en contraste con la monumentalidad del exterior, ofrece el más exuberante estilo rococó, visible aquí en estas imágenes de dos salones.

salón Palacio Real

 

Neoclasicismo

El estilo barroco no abandonó las formas clásicas de la arquitectura grecorromana (como se puede notar en la fachada del Palacio Real de Madrid), sino que las utilizó libremente y con abundante ornamentación. Los arquitectos neoclásicos de la segunda mitad del siglo XVIII rechazan lo caprichoso y exuberante del barroco en favor de un estilo mucho más sobrio, sin excesiva ornamentación e inspirado más directamente en modelos de la antigüedad clásica y del Renacimiento italiano.

El descubrimiento en 1738 de la ciudad romana de Herculano (it. Ercolano, lat. Herculaneum) y el de Pompeya en 1748, ambas destruidas en el año 79 d. C. por el volcán del monte Vesubio, dieron un impulso especial a este renovado interés en las formas clásicas. Entre 1755 y 1792 se publicaron Le antichità di Ercolano bajo el patrocinio de Carlos III, rey de Nápoles (1735-59), luego rey de España (1759-88), quien se interesó en las excavaciones arqueológicas. (Aunque no fue un monarca especialmente dado a la erudición, se le considera no obstante un exponente del despotismo ilustrado.) Estas imágenes de dos volúmenes de Le antichità (ejemplares de la biblioteca Avery Classics en Columbia), presentan la dedicatoria a Carlos III en la portada, un grabado de un busto de bronce hallado en las ruinas y otro grabado de un mural que representa motivos arquitectónicos. Los magníficios grabados (ing. engravings) de ruinas en Roma publicados entre 1748 y 1774 por el italiano Giambattista Piranesi (1720-78), son otra manifestación de este interés en la arquitectura clásica. (Aquí, la Puerta Mayor y el Panteón de Roma de su colección de grabados, Antichità romane.)

Tales publicaciones inspiraron la creación de importantes monumentos neoclásicos en la segunda mitad del siglo XVIII, como la Puerta de Brandenburgo en Berlín (1788-91) y el Panteón en París (1758-89), las siguientes fotos.

Las demás imágenes ofrecen ejemplos de este movimiento estético en España.

Se suele atribuir los comienzos del neoclasicismo en España al arquitecto italiano Francesco Sabatini (1722-97), llamado a España en 1760 por Carlos III. Entre otros proyectos, Sabatini diseñó los jardines del Palacio Real en Madrid y también la emblemática Puerta de Alcalá en 1778, la primera imagen del segundo grupo a la derecha.

El principal exponente del neoclasicismo en España fue Juan de Villanueva (1739-1811), nombrado Arquitecto del Príncipe por Carlos III en 1777 y Arquitecto Mayor por Carlos IV tras la muerte de su padre en 1789. Su obra más famosa es el Museo del Prado, diseñado en 1785 pero no terminado hasta principios del siglo XIX. Originalmente el edificio se concibió como un museo de ciencias naturales. También es autor del Observatorio Astronómico de Madrid, obra de 1790, las dos últimas imágenes. El Observatorio de Villanueva es un excelente ejemplo de la arquitectura al servicio de la ciencia, en perfecta consonancia con el espíritu de la Ilustración.

portada Antichità
busto - Herculano. Herculano - mural
Piranesi Puerta Mayor. Piranesi Panteón
Puerta Brandenburgo. Panteón París
Puerta de Alcalá
Museo del Prado. Museo del Prado
observatorio. observatorio