Capítulo 5: El siglo XX en España: Guerra Civil, franquismo y postfranquismo

Contexto histórico

La historia de España del siglo XX comienza tras la ignominiosa derrota militar de 1898 a manos de los Estados Unidos que lleva a la pérdida de Cuba, Puerto Rico y las Filipinas.

El desenlace de la guerra era difícilmente aceptable para la mentalidad política de la Restauración, que quería conservar el sueño del pasado imperial español. La crisis que sigue a la derrota inicia un conflicto que durará gran parte del siglo XX, entre los que pretendían recuperar la ideología imperial del pasado y los que veían la necesidad de construir una conciencia nacional desde la perspectiva moderna y liberal de las demás naciones europeas. Esta tensión se traducirá en contrastantes formas de gobierno: la monarquía de Alfonso XIII, la dictadura de Primo de Rivera, la república, la Guerra Civil, la larga dictadura franquista y finalmente la monarquía actual de Juan Carlos I, que se sustenta sobre un sistema democrático parlamentario.

Los cambios políticos de la España del siglo XX se corresponden con transformaciones dramáticas en todas las demás esferas de la vida pública. En lo social y económico, España se caracteriza por el crecimiento tanto demográfico como de nivel adquisitivo. Las ciudades, principalmente Barcelona y Madrid, se convierten en grandes urbes a las que se dirige la masiva emigración campesina en busca del sector industrial. Son precisamente estas clases proletarias las que impulsan la modernización del país, frente a las clases dominantes y la población rural. En lo cultural, los sucesivos cambios políticos y sociales propician una gran diversidad de estéticas. El gran número de escritores, artistas e intelectuales surgidos en los primeros 35 años del siglo XX ha hecho que esta época se denomine la Edad de Plata de la cultura española.

Los escritores e intelectuales españoles de este período sintieron con especial intensidad la influencia de la cultura europea y se esforzaron por incorporar sus avances más recientes. El filósofo José Ortega y Gasset estudió en Alemania e intentó interpretar la realidad española usando como lente sus lecturas filosóficas vitalistas. Fue el fundador de la Revista de Occidente, una de las publicaciones intelectuales más importantes de la Europa de entonces. Ramón Pérez de Ayala fue atraído por el espíritu liberal inglés y lo expresó en sus ensayos y novelas intelectuales, que le hicieron gozar de un considerable prestigio en Europa. El ensayista y crítico de arte catalán Eugeni d'Ors escribió en tres idiomas, catalán, español y francés, y fue uno de los renovadores de la crítica del arte barroco en Europa. Casi todos estos autores escribían habitualmente para periódicos y promovían la producción cultural. A través de su obra, España comenzó a participar plenamente en la efervescencia finisecular de la modernidad europea.

En esta renovación estética modernizadora hay que señalar el destacado papel que jugó el modernisme catalán de finales de siglo XIX y principios del XX—la manifestación catalana de un estilo común que tuvo diversos nombres según el país (art nouveau en Francia, por ejemplo). Las obras arquitectónicas y plásticas de Antoni Gaudí son quizás la más acabada expresión de este estilo que se inspiró en las formas naturales y que se caracterizó por la estilización, la sensualidad y el exotismo. A comienzos del siglo XX Gaudí levantó tres obras sorprendentes en la capital catalana: el Parque Güell, la Casa Batlló (1904-1906), y la Casa Milá (también conocida como La Pedrera, 1906-1912). En 1883 se le encargó la continuación de la obras del templo de la Sagrada Familia, obra que dejó inconclusa.

El reinado de Alfonso XIII

El reinado de Alfonso XIII comienza en 1902, cuando el rey cumple la mayoría de edad, poniendo fin a la regencia de su madre María Cristina. Durante los casi 30 años que dura su reinado, su acción política se caracteriza por la intervención activa en los asuntos del país, y por la afirmación de su persona como jefe supremo del ejército. Estas dos tendencias influirán en su apoyo a la dictadura del general Primo de Rivera (1923-1930), cuyo fracaso terminará desplazando también a la institución monárquica.

La derrota de la guerra de Cuba había desacreditado el modelo político de la Restauración, y evidenciado el caos político, económico y social de España. Sin embargo, las reformas institucionales se posponen indefinidamente y España se embarca en una nueva empresa expansionista con la toma de Marruecos en 1908. El control de Marruecos no reportaba a España ningún beneficio concreto, y a cambio, suponía una importante pérdida de soldados y fondos. La crisis económica y el desencanto con la guerra marroquí impulsan los levantamientos populares de 1909 y 1917, principalmente en Barcelona. Finalmente, las tropas españolas sufren un desastre militar en Annual (1921) y tienen que replegarse a Ceuta y Melilla. Estas ciudades norafricanas siguen siendo colonias españolas hoy en día.

La neutralidad de España en la Primera Guerra Mundial no evita que al finalizar los años entre 1910 y 1920 el país se encuentre en plena crisis. La guerra colonial, la creciente organización de la izquierda en partidos y sindicatos revolucionarios como la anarquista Confederación Nacional del Trabajo (CNT), y la depresión económica que afecta a toda Europa conducen a España a una crisis de gobierno que termina con el golpe de estado del general Primo de Rivera en 1923, apoyado por el rey Alfonso. Primo de Rivera impone un gobierno totalitario que desplaza las libertades políticas y las demandas proletarias en favor de la recuperación económica. Estabiliza el país, alcanzando acuerdos con grupos y clases tan distintos como los socialistas de la Unión General de Trabajadores (UGT), los militares tradicionalistas y la institución monárquica. Una ruptura posterior con los socialistas perjudica a Primo y propicia la convocatoria de elecciones libres en 1931, que ganan los republicanos.

La Segunda República

Tras las elecciones de 1931, el liberal Niceto Alcalá Zamora es nombrado presidente, Alfonso XIII abandona España, y se proclama la Segunda República. Las Cortes Constituyentes redactan el borrador de una nueva Constitución republicana, donde se detallan las libertades propias de un estado democrático moderno. Pero la estabilidad política durará poco. En 1933 el partido de centro-derecha obtiene la mayoría en las Cortes y como respuesta, se producen revoluciones proletarias en Cataluña y Asturias. Finalmente, en 1936, la coalición de izquierdas gana de nuevo las elecciones y Manuel Azaña se convierte en Presidente de la República. El gobierno de Azaña comienza con un ambicioso proyecto de reforma que declara la amnistía política, empieza una profunda reforma agraria y concede estatutos a Cataluña, las provincias vascas y Galicia. Como respuesta, a los tres meses la guarnición militar de Melilla, encabezada por el general Francisco Franco, se subleva, dando comienzo a la Guerra Civil.

El auge cultural de principios del siglo XX

Desde 1898 hasta el comienzo de la Guerra Civil (1936) hubo un florecimiento cultural muy significativo en España. En literatura, la pérdida de las últimas colonias del imperio y la consiguiente crisis de conciencia motivó a los autores de la Generación del 98 que ya se mencionaron (entre ellos Antonio Machado, Miguel de Unamuno y Ramón del Valle-Inclán) a buscar nuevas formas de expresión literaria. Tras el estallido de la Primera Guerra Mundial continúa la renovación estética con el poeta Juan Ramón Jiménez y el filósofo José Ortega y Gasset. Pero sin duda el principal auge literario se produce en la década de los años 20. En diciembre de 1927, una serie de jóvenes poetas que más tarde serán conocidos como la Generación del 27 se reúne para conmemorar el tercer centenario de la muerte del poeta español del Siglo de Oro Luis de Góngora. Entre ellos se encontraba el poeta Federico García Lorca.

El renacimiento cultural del primer tercio del siglo XX se produjo también en la música, la pintura y el cine. En general, tanto los músicos como los pintores encontraron en París el lugar propicio para completar su formación y fijar su residencia. En música destacan Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Turina, y sobre todo, Manuel de Falla. En pintura, Pablo Picasso, Salvador Dalí y Joan Miró. En cine, Luis Buñuel.

Con la llegada de la República, los intelectuales y artistas toman mayoritariamente una posición política comprometida. Por ejemplo, en las Cortes Constituyentes se sientan 45 catedráticos y 47 escritores y periodistas. La República favorece los procesos de secularización y socialización de la cultura. Entre los proyectos culturales que financia se encuentra el grupo teatral La Barraca, dirigido por Federico García Lorca, que llevó a los pueblos de España representaciones teatrales de gran originalidad.

Con el estallido de la Guerra Civil, la riqueza cultural de la República se desintegra, y las corrientes tradicionalistas vuelven a imponerle un ambiente cerrado y conservador a la cultura española. Era el comienzo de la larga dictadura franquista.

La Guerra Civil

El alzamiento militar originado en Marruecos por Franco es seguido inmediatamente en Sevilla, las islas Baleares, las islas Canarias, Navarra, Burgos y Zaragoza. La guerra se internacionaliza pronto, al recibir ambos bandos ayuda extranjera. La República fue ayudada indirectamente por la Unión Soviética, y directamente por las Brigadas Internacionales, grupos de soldados voluntarios entre los que se encontraban intelectuales tan importantes como George Orwell, André Malraux y Ernest Hemingway. Entre las brigadas internacionales se distinguió la Abraham Lincoln Brigade, integrada por jóvenes estadounidenses antifascistas. La España Nacionalista fue apoyada por tropas regulares de la Alemania nazi y la Italia fascista. En 1937, los aviones de la Luftwaffe de Hitler bombardearon la ciudad vasca de Guernica, ataque que Picasso inmortalizó en un cuadro del mismo nombre. Al final del año, el ejército de Franco ya controlaba la mayor parte de España. La alarmante situación llevó al bando republicano a trasladar el gobierno a Valencia y a incluir en él a sectores revolucionarios ultraradicales como los anarcosindicalistas.

En 1939, una vez extinguida la resistencia del gobierno republicano, que se había refugiado en Cataluña y Madrid, numerosísimos españoles se exiliaron, entre ellos la intelectualidad más valiosa del país. La guerra termina con el terrible saldo de un millón de muertos, innumerables exiliados, una dictadura nacional-católica implacable y una profunda crisis social y económica.

La dictadura franquista

La dictadura franquista se extiende por un periodo de 36 años, durante los cuales la vida política del país se caracterizó por la ilegalidad de todos los partidos políticos con la excepción del Movimiento Nacional. La habilidad de Franco de mantener a España al margen de la Segunda Guerra Mundial permite la continuación del régimen una vez que los fascismos desaparecen de toda Europa. El aislamiento internacional del franquismo se rompe en 1953, cuando España y los Estados Unidos, bajo la presidencia de Eisenhower, firman un acuerdo de cooperación que permite el establecimiento de bases militares norteamericanas en suelo español. En 1955, un acuerdo entre los Estados Unidos y la Unión Soviética permite a España entrar en las Naciones Unidas con otras quince naciones.

La posguerra de los años 40 es extremadamente dura. A la privación de libertades se une la severa carencia de bienes para el consumo. Esta situación sólo cambia a partir de los años 60, cuando se produce un crecimiento económico sin precedentes en la historia de España. Al mismo tiempo, el régimen franquista inicia un proceso de apertura con la intención de preparar el escenario político que seguirá a la muerte de Franco. Como parte de este proceso, en 1969 Franco nombra sucesor a Juan Carlos I de Borbón. La ligera apertura política y el crecimiento económico permitieron la continuación del régimen hasta la muerte de Franco, así como la transferencia pacífica del poder. En 1975, Franco fallece y Juan Carlos I presta juramento como rey de España ante las Cortes y el Consejo del Reino.

La democracia parlamentaria

Con la llegada del nuevo rey, España abre un proceso de transición política que durará hasta las elecciones generales de 1982, que gana el socialista Felipe González. La transición opera la transformación de las instituciones políticas heredadas del franquismo, respetando las condiciones legales precedentes. La institución monárquica, una de las principales herencias del franquismo, deja la administración del país en manos de los partidos políticos con representación parlamentaria, conservando formalmente la jefatura del estado y de las fuerzas armadas, y concentrando su actividad en misiones diplomáticas.

El primer presidente de gobierno de esta nueva etapa histórica es Adolfo Suárez, cuyo gobierno aprobó medidas democratizadoras como el reconocimiento de las libertades fundamentales, la legalización de todos los partidos políticos (incluido el Partido Comunista), el reconocimiento del derecho de sindicalización libre, y una amnistía general de los presos políticos. En 1978, los españoles aprueban por referéndum la nueva constitución, que define a España como una monarquía parlamentaria. Entre 1980 y 1982 las regiones de Cataluña, el País Vasco, Galicia y Andalucía reciben estatutos de autonomía y eligen sus respectivos parlamentos. La organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna: "Tierra Vasca y Libertad"), que desde tiempos del franquismo venía luchando por la independencia del País Vasco, no reconoce como suficiente la autonomía concedida, y continúa su actividad armada.

En 1981, durante el acto de dimisión de Suárez, un grupo de guardias civiles irrumpen en el Congreso de los diputados con el propósito de tomar el poder, pero el golpe de estado fracasa. En 1982, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) obtiene la mayoría absoluta en el Congreso y su líder, Felipe González, es investido presidente. Este evento puede ser considerado como la culminación del periodo de transición, pues significa la consolidación definitiva del proceso democrático.

La transición política va pareja con una revolución social y cultural centrada en Madrid que recibe el nombre de la movida madrileña. Se trata de la sustitución de los comportamientos propios del franquismo, que estaban unidos a la moral católica, por otras actitudes sociales donde prima la liberación sexual, el consumo de masas y el espectáculo audiovisual. Entre los creadores de la movida destaca el conocido cineasta Pedro Almodóvar.

Los años 80 son de rápido crecimiento económico e integración en las estructuras políticas y económicas de Europa. En 1986, España ingresa en la Comunidad Europea (cuyo nombre cambió en 1993 a Unión Europea), y en 1992, el quinto centenario del llamado descubrimiento de las Américas, se celebran los Juegos Olímpicos en Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla. El gobierno socialista se extiende por catorce años que hacia el final quedaron marcados por escándalos de corrupción y abuso del poder. En 1996 el Partido Popular, agrupación política de ideología conservadora y encabezada por José María Aznar, ganó las elecciones generales.

El 11 de marzo de 2004 ocurrió un atentado terrorista islámico en la estación de ferrocarriles de Atocha en Madrid que causó la muerte a 190 personas e hirió a otras 2,000 (suceso conocido como el 11-M). El Partido Popular perdió las elecciones generales que estaban programadas para unos pocos días después debido a que la actuación de sus líderes se consideró torpe y aprovechada, pues responzabilizaron inmediatamente a ETA por el atentado. El resultado fue el retorno del Partido Socialista al gobierno con la presidencia de José Luis Rodríguez Zapatero. Rodríguez Zapatero estableció un diálogo con ETA que llevó a la organización ultranacionalista vasca a decretar un alto el fuego en el 2006. ETA ha reanudado sus atentados recientemente.