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OPINIÓN
LA MEJORA DE LOS ingresos per cápita de chinos e indios, gracias a la liberalización, resulta molesta a los Chomsky y los Ramonet
Los pobres del mundo
La Vanguardia - - 04.30 horas - 29/04/2002
PEDRO SCHWARTZ
JORDI BARBA
Es creencia extendida que en el mundo está creciendo el número de pobres y aumentando la desigualdad, y que de todo ello tiene la culpa el neocolonialismo de los países ricos, que explotan a los pobres y les niegan su ayuda. Los líderes reunidos en Monterrey incluso han tenido que oírselo decir a Fidel Castro y a Chávez, egregios creadores de pobreza en sus respectivos países. Los enemigos más o menos radicales del capitalismo democrático no aciertan ni en las estadísticas, ni en el diagnóstico, ni en los remedios de la pobreza. Como lo indica el ejemplo de China, el remedio es más capitalismo, no menos.

Xavier Sala i Martín, profesor de las universidades de Columbia y Pompeu Fabra, acaba de enviarme el borrador de un trabajo académico que está preparando para su publicación y cuyo título es "El molesto ‘aumento’ de la desigualdad de ingresos global". Tengo muy a gala haber sugerido a "La Vanguardia" que invitase a Xavier Sala a colaborar en este periódico. El estudio que voy a comentar pone en entredicho la afirmación, repetida hasta la náusea, de que la pobreza y las desigualdades aumentan exponencialmente con la mundialización. Así, el pope del radicalismo Noam Chomsky se ha atrevido a afirmar que "por lo que se refiere a los ingresos, están subiendo vertiginosamente las desigualdades entre países y dentro de los países, a lo largo del periodo de globalización"; igualmente, el gurú de "Le Monde diplomatique", Ignacio Ramonet, ha proclamado que "el dramático avance de la globalización y el neoliberalismo ha sido acompañado por un crecimiento explosivo de la desigualdad y una vuelta a la pobreza masiva y al paro". Ni saben economía ni conocen las cifras.

Pobreza y desigualdad plantean cuestiones muy diferentes: la pobreza es siempre mala, la desigualdad puede no serlo si es el resultado de un proceso de crecimiento que está reduciendo la indigencia. En todo caso, los resultados del estudio de Sala i Martín indican que la pobreza está disminuyendo y la desigualdad global, estrechándose.

Medidos los ingresos per cápita en dólares de 1996, la pobreza no ha aumentado desde las crisis del petróleo, muy al contrario. En efecto, en 1970 la proporción de la población mundial que tenía que vivir con menos de un dólar al día era de un 16%; en 1998 había disminuido a un 5,4%, y la proporción forzada a vivir con menos de dos dólares al día se redujo de un 45% a un 19%. La situación es aún grave, pero podemos felicitarnos de una caída de esa definición de pobreza de casi un 60%.

Como la población mundial ha crecido notablemente entre esas dos fechas, podría ocurrir sin embargo que, descendiendo la proporción de pobres, aumentara su número. Pues no. Sala calcula que, según se marque la frontera en un dólar o dos, había en 1998 de 300 a 500 millones menos de pobres en el mundo que en el decenio de 1970. Así es el neoliberalismo galopante.

Para medir la desigualdad producida por la extensión del capitalismo en los últimos treinta años, ha utilizado los índices más comúnmente aplicados por la profesión. La conclusión debería sorprender incluso a los comedidos manifestantes de hace dos semanas en las calles de Barcelona. Pese a un pequeño aumento de las diferencias durante el decenio de 1970, a lo largo del último tercio de siglo XX la desigualdad global medida por los índices más precisos disminuyó en un 14%.

No se me diga que he elegido un economista de los que trampean con las cifras. Quede eso para algunos antiglobalizadores, que no sólo no saben de economía, sino que, como vemos, tienen tendencia a distorsionar los hechos y la evidencia empírica (antes eso se llamaba "mentir"). Pídame el curioso lector, si tiene dudas, la copia electrónica del texto de Sala y verá el cuidado con el que este profesor trata las diversas estadísticas de pobreza recogidas de otros especialistas, expone las razones por las que llega a conclusiones parcialmente diferentes y compara resultados de siete índices de medición de la desigualdad para elegir tres que le parecen más precisos.

El análisis de las series estadísticas permite señalar la razón principal de esta notable mejoría, tanto en la proporción y número de pobres como en la igualdad global: a saber, la convergencia de China e India gracias a su creciente liberación económica. A partir de 1978, China, que, con sus mil dos millones de habitantes, reúne un 20% de la población mundial, comenzó a abandonar la economía planificada y a conseguir extraordinarias tasas de crecimiento. India, con un 15% de la población del mundo, no inició ese proceso hasta 1991. Una muestra: la media ponderada de las tarifas del arancel de China pasó del 43% en 1990 al 18% en 1997; la de India, del 82% al 30%.La mejora de los ingresos per cápita de esa inmensa masa de personas es lo que explica este resultado halagüeño para la humanidad y molesto para los Chomsky y los Ramonet. No deberíamos centrar la atención en una foto fija de las desigualdades del mundo, sino en la película de la velocidad de crecimiento. Ello nos llevaría a preocuparnos sobre todo por el África subsahariana, pues con sus malos gobiernos, su deficiente sanidad, sus inestables derechos de propiedad, su comercio intervenido, lleva, con la excepción de Botsuana, Gabón, Guinea y Sudáfrica, años sin crecer. Y los europeos y americanos, con los mercados agrícolas cerrados a sus exportaciones: pura hipocresía.




[Miércoles, 27 de marzo de 2002]



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